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Muerte, pandemia y temor ¿Es la muerte el efecto más dañino de la pandemia?

    ¿Por qué hablar de la muerte? Por varias razones, pero ¿por qué precisamente ahora? La pandemia nos ha hecho hablar de la muerte más que antes en nuestra vida, porque muchas personas han muerto y siguen muriendo por causa del COVID-19. También se acaba de celebrar la festividad religiosa del Día de los Santos Difuntos que tiene raíces ancestrales en las culturas originarias de nuestra región y también raíces católicas medievales que se fusionaron en nuestras culturas para darle mayor prominencia a la festividad. Algo que comparten tanto las culturas ancestrales como las culturas católicas y hasta los evangélicos es la comida especial. En Guatemala, por ejemplo, entre las culturas indígenas se comen frutos de la tierra como el ayote y los jocotes en dulce, los güisquiles, calabazas y elotes cocidos y entre los mestizos y europeos el famoso fiambre. Al final de cuentas todos comen todo. En México hasta hay un culto a la “santa muerte”. Seguramente la celebración de esta festividad en este año 2020 fue diferente y especial, debido a la pandemia y los muchos muertos que nos ha dejado.

    Además de lo anterior, debo agregar un asunto personal y familiar. El pasado 24 de octubre de este año 2020 pasó a la presencia del Señor ni señora madre a la edad de 94 años. Tuvo una muerte apacible, pero a pesar de que ya anticipábamos este final, siempre es doloroso y más cuando el funeral se dio en medio de circunstancias especiales debido a la pandemia. Estos asuntos me han hecho reflexionar sobre este tema y quiero compartir unas ideas siempre con algo de historia, de Biblia y de actualidad.

    Un poco de historia

    Todas las culturas humanas, desde las más antiguas hasta las actuales, han tenido y tienen especial interés en “celebrar”, por decirlo de alguna manera, la memoria de los ancestros. Algunas culturas, como las asiáticas y las africanas tienen hasta un culto a los ancestros. Las culturas originarias en nuestro contexto mantienen respeto, memoria y honor a los muertos. Eso se observa muy claramente en estas fechas de inicios de noviembre.

    Cuando la fe cristiana llegó a esas culturas con veneración a los ancestros era natural que las culturas sufrieran cambios. Las enseñanzas y prácticas cristianas contrastaban con las de las culturas paganas, pero también había algunas convergencias que resultaron en una combinación de prácticas culturales antiguas con enseñanzas cristianas “nuevas”. Por ejemplo, el énfasis fuerte que la fe cristiana pone en la resurrección de los muertos y en la esperanza de estar en la presencia de Dios por siempre hizo que muchas prácticas paganas simplemente desaparecieran y otras fueron modificadas de tal manera que la celebración de los muertos se hiciera en el contexto de la resurrección y la esperanza cristianas.

    Durante la Edad Media el sentimiento hacia la muerte se fue tornando tóxico, porque entró el temor y la muerte ya no era algo para celebrar a los ancestros, sino algo a lo cual tenerle miedo. Las guerras, los desastres naturales y las pestes contribuyeron a ese temor. Esa ha sido la tónica desde entonces hasta nuestros días. En las culturas donde la reforma protestante se estableció el temor a la muerte fue menguando y dando lugar de nuevo a la esperanza, pero en las culturas donde la ICR continuó su presencia e influencia sigue habiendo un temor no tan sano a la muerte, aunque también se sigue celebrando y honrando a los muertos. La pandemia del coronavirus ha venido a acentuar ese temor a la muerte, pero también se hace el esfuerzo de estimular la esperanza cristiana.

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    Un poco de Biblia

    La Biblia enseña bastante sobre la muerte, pero, como parte del concepto de revelación progresiva las enseñanzas en el Antiguo Testamento, por ejemplo, no son tan completas como las del Nuevo Testamento. El tema de la resurrección de los muertos no está muy claro en el AT, aunque hay algunas señales. El pasaje de Job 19:25-26 se ha interpretado como que se refiere a la resurrección del cuerpo, aunque en realidad habla más bien de la restauración física de Job en vida, cosa que sucedió después. El Sal 16:8-11 es citado por Pedro en el Sermón del día de Pentecostés (Hch 2:25-28) y se hace referencia a la resurrección de Jesús. El texto más claro es el de Dn 12:2, donde se dice que habrá un “despertar” de los muertos. No podemos saber con exactitud a qué se refiere el “Seol” en el AT. Puede ser solamente la tumba o el lugar de los muertos, pero sin mayor detalle. Es en el NT que tenemos una revelación más completa.

    En el Nuevo Testamento se pone énfasis en la resurrección corporal de los muertos. Esta enseñanza era novedosa, porque ninguna religión del entorno la enseñaba y ni estaba tan clara en el judaísmo. El destino final se describe en términos de juicio para los impíos y bendición y gloria para los justos (Jn 5:28-29). La expresión “Dios no es Dios de muertos, sino de vivos” (Mt 22:32; Mr 12:27) nos enseña mucho sobre Dios mismo, pero también sobre la condición de los humanos muertos, especialmente los justos. ¿Cómo percibimos a los muertos? ¿Dónde están? Decimos que están en la presencia del Señor, pero ¿eso significa que están alejados de nosotros?

    Las muchas referencias en las epístolas del NT sobre la muerte, la resurrección corporal, la esperanza de un futuro glorioso (1 Co 15:35-44; 2 Co 4:14; 13:4; 1 Ts 4:16) apuntan a darle un tratamiento especial a nuestros muertos que mueren como creyentes. ¿Es válido, entonces, “celebrar” la vida de los muertos? Parece una contradicción, pero es la verdad bíblica.

    Un poco de actualidad

    ¿Qué celebramos el Día de los Muertos? ¿Qué celebramos en un funeral? ¿Qué nos está enseñando la pandemia sobre la muerte? Una cosa obvia que nos enseña es que somos vulnerables y en cualquier momento esta vida se acaba, pero nuestra fe nos dice que hay esperanza, hay resurrección y hay un futuro glorioso. Es natural seguir teniendo temor a la muerte, máxime en situaciones como la de la pandemia que estamos viviendo, pero la esperanza se sobrepone a ese temor natural.

    Muchos pastores y creyentes que ejercen labor pastoral se han visto abrumados por las situaciones de enfermedad y muerte que les ha tocado enfrentar entre sus “ovejas”. Las familias que han perdido seres queridos por causa de la pandemia se preguntan ¿por qué? y ¿cómo pasó? Los que han perdido seres queridos en esta época, aunque no sea por el COVID- 19, también han sufrido el dolor casi solitariamente, lo cual añade tristeza. Con todo, los creyentes celebramos la vida de los muertos, aunque suene contradictorio. La muerte es un enemigo ya vencido y, aunque duela la pérdida y la separación de los seres queridos, sabemos que están mejor y que su memoria nos acompañará siempre.

    La celebración del Día de los Muertos en nuestras culturas fue un tanto diferente este año por causa de la pandemia, pero hubo celebración de todos modos. Unos celebraron sin mucha esperanza y otros con mucha. En cierto que esta celebración del 1 de noviembre es una mezcla de creencias ancestrales y católicas, pero nosotros los cristianos evangélicos no solo participamos de la fiesta con las comidas típicas, sino que seguimos celebrando y honrando la memoria de nuestros muertos en Cristo, porque para el creyente el futuro siempre es mejor.

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    1 comentario

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    Wendy Marissa Velásquez Blanco · 10 noviembre, 2020 a las 12:47 pm

    Es muy cierto, la resurrección y la esperanza en el Señor nos da paz para con las personas cercanas que han muerto. Gracias por el tema tratado ya que el 25 de Octubre yo perdi a mi padre por covid y me vinieron todos estos pensamientos, pero aunque mi corazón está triste por su pérdida la esperanza y el saber de la resurrección me dan La Paz y confianza de saber que está en un lugar mejor. Sólo me queda la duda y si me la pueden aclarar, donde están nuestros muertos? En un sueño profundo o en la gloria de Dios, y como decía en su relato, eso significa que están lejos o cerca nuestro… gracias de antemano por responder. Bendiciones!!!

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