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Soy tu padre

La relación entre padres e hijos es un tema latente en la historia de la humanidad. No todos somos padres, pero todos somos hijos. De algún modo, la manera de conducirse del hijo adulto depende de lo que el Padre hizo con él. El hijo es el heredero del Padre bueno o del padre malo. Éste que traza su propio camino lucha con la sombra heredada del padre, lo quiera o no. En ese camino se descubre peleando cuando recibe la confesión más significativa para él: Soy tu padre.

Grecia

Los griegos tienen esta historia en la vida de Telémaco, el joven que espera el retorno del padre. Telémaco es el modelo del hijo que, en la ausencia de la figura paterna, “mantiene la memoria” del padre que regresará y pondrá en orden la ciudad. Mientras tanto, en esa ausencia, Telémaco se sabe “representante” de esa ausencia y mantiene las ideas buenas de la ausencia protegiendo a su madre y los de su casa a toda costa. Telémaco, según Massimo Recalcati es el hijo heredero, se sabe hijo a pesar de la ausencia.[1]

En Grecia también está la figura de Edipo, el hijo maldito. Layo, un padre que recibe el oráculo de los dioses sobre el futuro trágico de su familia, se ve obligado a matar a su hijo para detener la visión monstruosa en contra de su familia: su hijo lo matará y cometerá incesto con su esposa, madre de Edipo. El oráculo se cumple y Edipo, hijo condenado, se saca los ojos como muestra de la invisibilidad del suceso. El hijo que mata al padre y se acuesta con la madre representa esa imposibilidad de abrirse al sentido de una vida propia, pues se encuentra anclada en la culpabilidad paterna.

Italia

El intelectual italiano, Pier Paolo Pasolini en su libro Cartas luteranas, analiza su contexto de los años 70 aduciendo a la realidad trágica de la relación hijo-padre. Según Pasolini el tema misterioso del teatro griego es que “los jóvenes estén predestinados a pagar las culpas de los padres”.[2] Sin importar la inocencia y la piedad de estos hijos, si sus padres han pecado deben ser castigados. Pasolini consideró este tema como ingenuo “antropológicamente”, sin embargo, lo llega a aceptar como una condena real. Queda por responder ¿Es esto  justo? ¿Cuál es la culpa de los padres?

La idea de Pasolini no es más que el desenmascaramiento del fascismo que acaecía en la Italia del 70. Su idea va más allá de lo que se pueda entender a primera vista, por que recoge la historia como el inconsciente de los padres para trazar su vida en los hijos y éstos, hijos modernos, culpables porque ahora son padres de la historia en devenir.

Cristianismo

La fe cristiana plantea la historia hijo-padre en el Hijo-Jesús y el Padre Dios. A diferencia del mundo griego, de Edipo, por ejemplo, el “hijo perdido” de Lucas 15 plantea un giro que evidencia el carácter de redención. Es posible la relación padre-hijo a pesar de la misteriosa herencia del padre al hijo. El hijo menor perdido y el hijo mayor heredero representan a modo de Telémaco y Edipo la capacidad del hijo a la condena o a la redención. Ambos, herederos por excelencia, se ven sometidos en trazar su camino a pesar de las tradiciones culturales.

El hijo-perdido condenado inevitablemente por dirigir la herencia a una vida infeliz, como el hijo moderno, se ve transformado al tomar conciencia de su herencia, “no material”, sino trascendental con el padre. El retorno del hijo-perdido representa la capacidad antropológica del hijo que, sufriendo los males de la sociedad y el mundo, logra regresar a casa. Ya no es Telémaco el hijo que honra la memoria del padre y que espera su retorno. Ahora es el Padre que, viendo a “los hijos terribles de la modernidad”,[3] espera el retorno del hijo perdido. El padre sostiene la herencia de ser padre en la aceptación indiscriminada del hijo infeliz.

El hijo-heredero de la casa, por el contrario, recibe de golpe el acontecimiento padre-hijo. Como heredero real no logra dimensionar que la herencia paterna no es solo para el hijo infeliz, sino para él. Este hijo “no perdido” se encuentra en el límite de continuar “la cultura del castigo”, la condena al estilo de Edipo. El oráculo se debe cumplir, aunque sea mi hermano…, los dioses, ahora resignificados en la ley judía, deben llevar a cabo su peso. Aunque el hijo-perdido haya sufrido esas consecuencias originalmente, hay un peso de una ley distinta ahora introducida que coloca el mundo moderno al revés. Una nueva manera de entender la herencia padre-hijo se introduce en la historia de este par.

El lado luminoso…

Kylo Ren, nieto de Darth Vader, cae al lado oscuro de la fuerza, heredero de la misión de su abuelo, decide darse muerte y destruir así los rastros de una herencia positiva que venía de sus padres Han Solo y Leia Organa. El “mata jedi” habita en él a Telémaco y Edipo, espera cumplir la misión de Vader que no retornará físicamente, pero si en la herencia invisible. Su deseo lo lleva a matar a su padre sabiéndose abierto al reconocimiento de su acto. La posición del espectador se sitúa casi como el hijo mayor heredero de Lucas, esperando que la rebelión logre matar a Ren.

La contra partida se da cuando Rey, nieta de Darth Sidious, se ve descubierta en línea del lado oscuro de los Sith. Sus padres, también herederos, se ven históricamente escapando de la herencia paterna, alcanzados inevitablemente ahora en la hija. La herencia paterna es históricamente inevitable, en el sentido de Pasolini: estamos condenados por los pecados de nuestros padres, aunque seamos inocentes y piadosos.

Ren y Rey son el mito del hijo posmoderno. Descubiertos como herederos inevitablemente, se unirán como coherederos: el otro es para mí un signo salvífico. Aunque sea heredero del padre malo, solo en el otro me veré posibilitado para ser iluminado. El hijo-mayor heredero aprende del hijo-menor perdido, ambos son de la casa del padre. Rey ahora es Skywalker, mantiene la memoria del linaje histórico del lado luminoso de la fuerza.

Conclusión

El reconocimiento de la identidad es vital para trazar el camino histórico. El hijo consigue conquistar su camino en el reconocimiento de la herencia paterna, buena o mala. La posibilidad de dar sentido a la vida no depende del padre que obliga al hijo cumplir con sus sueños, sino del padre que, a pesar de sus errores y aciertos, le dice al hijo que es posible dar sentido propio a su vida.[4] El amor del padre y el perdón del hijo son el camino de la redención, es la herencia posmoderna. “Dios padre estaba en el Hijo reconciliando al mundo” (2 Cor 5:19), “el Padre está en el Hijo reconciliando a los hijos de este mundo”. ¡Soy tu hijo, padre!


[1] Massimo Recalcati, El complejo de Telémaco: Padres e hijos tras el ocaso del progenitor (Barcelona: Anagrama, 2014).

[2] Pier Paolo Pasolini, Cartas luteranas (Madrid: Trotta, 1997), 11.

[3] Cf. Peter Sloterdijk, Los hijos terribles de la modernidad (Madrid: Siruela, 2015).

[4] Massimo Recalcati.

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