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Identidad sexual ¿nueva tendencia de consumo?

Vivimos en una sociedad orientada hacia el consumo. La revolución industrial, y ahora digital, el alcance de las redes sociales, la producción en masa, y el rediseño constante de tendencias de consumo nos han convertido en una telaraña de relaciones contractuales cuya única preocupación es la eficiencia, comprendida como márgenes de ganancia y creación de riqueza.

“Detectar y resolver una necesidad” ha pasado a ser una arcaica premisa de la razón de ser del sector privado. Todas nuestras necesidades básicas se han vuelto alcanzables con la inmediatez de lo digital. Esto nos ha saturado de alternativas, y muchas veces atendemos a nuevas necesidades sintéticas (artificiales) que los medios nos promocionan. Las empresas ahora “crean necesidades”. No solo las empresas sino las instituciones mismas con la finalidad de mantener un sistema de poder coercitivo que asegure la soberanía sobre la población.[1]

Esto no quiere decir que no existan hechos o eventos que son un hito en la historia de la humanidad. Existen fenómenos sociales que resumen el espíritu de una época. Algunos ejemplos: El racismo y la esclavitud del negro, el rol de la mujer al inicio del siglo y la misoginia, la hipersexualización del individuo como expresión de libertad (de nuevo, Foucault), la arbitrariedad del poder gubernamental, la corrupción de las instituciones políticas, la normalización de la neurodivergencia y la salud mental, la postulación de la subjetividad en la ciencia y en la moral, la realidad virtual, la inteligencia artificial, etc.

No obstante, todos estos “eventos” o “fenómenos” han podido saberse traducir en la sociedad como posibles tendencias de consumo para la obtención de ganancias.

Dentro de este marco, surge la promoción de la identidad sexual como estrategia de negocios y consumo. Forbes en el 2021 ya reportaba como nueva tendencia de mercado, que, en efecto, las organizaciones que son más rentables son las que se pronuncian como pro- “diversidad sexual”.[2]

Básicamente se han tomado las carencias y deficiencias del modelo de vida de inicio de siglo XX (de nuevo, los fenómenos sociales reales), y se han usado como excusa para promocionar un modelo antagónico, opuesto en sus roles, pero igualmente dañino.

Por una parte, la misoginia, ha sido tomada como una excusa para empoderar a las mujeres a través de la masculinización de la feminidad, ¿no es eso acaso seguir alimentando la misma misoginia internalizada que inició este movimiento en primer lugar?

A la vez, hacemos una “crítica” del rol del “hombre” en la sociedad mediante la promoción de formas de masculinidad endeble, débil y carente de valores.  Se podría argumentar que, a nivel microeconómico, hay elementos que predisponen al individuo a manifestar otra identidad sexual que no es la biológica. Lo alarmante es que los abusos, traumas, e inseguridades inherentes a toda historia personal han tratado de ser sacados a la luz popularizando el rol de la salud mental. Terminología como “trastorno límite de la personalidad, ansiedad, depresión” ha sido utilizada de forma popular en imágenes satíricas digitales (memes), y en otras manifestaciones de expresión social como el cine, libros y demás. Me atrevo a pensar que esto también es una estrategia para lograr identificar mejor el perfil del consumidor y delimitar nuevos mercados objetivos en base a elementos psicológicos.

El sentimiento de soledad es algo inherente a la era digital. No es un secreto que este fue exacerbado por la pandemia, el teletrabajo, el aislamiento, y las interacciones remotas. En general, a nivel colectivo, hay un sentimiento de alienación; es paradójico que este es común para todos. No obstante, es ahí donde se vuelve más importante ir de vuelta a la verdad respecto a mi identidad. Es comprensible que no todos tengamos las mismas inclinaciones, o vocaciones, pero la Biblia ofrece diferentes ejemplos de personajes que manifiestan su masculinidad y feminidad de una forma sana, que sirve y honra a Cristo. Diferentes personajes de todos los temperamentos, contextos sociales y vocaciones pueden ser citados y estudiados en esta parte. Lo más importante es y será, continuar escudriñando La Verdad, La Palabra de Dios, para alcanzar la anhelada libertad de los prejuicios: no es esa que viene por la expresión de la sexualidad, sino esa que viene por saber que mi identidad descansa en lo que Dios dice de mí.


[1] Daniel Toscano López, “El poder en Foucault: Un caleidoscopio magnífico”, Logos 26/1 (2016), 111-124.

[2] Jesie Cox, Pride Pays: LGBT-Friendly Businesses Are More Profitable, Research Shows (forbes.com) https://www.forbes.com/sites/josiecox/2021/05/24/pride-pays-lgbt-friendly-businesses-are-more-profitable-research-shows/

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