El hombre no fue hecho para estar solo, pues Dios mismo lo dijo antes de la caída (Gn 2:18). ¡Cuánto más ahora tenemos la necesidad de juntarnos con nuestros hermanos y hermanas en Cristo para momentos de comunión! Si un cuchillo no está afilado, sigue siendo un cuchillo, aunque es menos eficaz, menos útil. Así que, nuestra tarea es animarnos a pasar juntos más tiempo, exhortando, animando, orando, amonestando, compartiendo la palabra de Dios, involucrándonos en la vida de otros creyentes, para que así, como láminas de hierro, seamos más afilados en el ministerio que el Señor nos ha asignado, siendo eficaces.