NOTA: El calzado de la imagen son los zapatos originales al que el autor hace referencia.
Trampas
Con el paso de las décadas he estudiado algunas de las trampas principales con las que nos topamos en el camino. Algunos las han llamado «tapones del desarrollo».
Todos estamos quebrantados, algunos más que otros; pero todos tenemos un lado débil. Mientras más pronto lo reconozcamos y lo contengamos, estaremos mejor. Recordamos las palabras de Hebreos 12:1: «Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante». Usted podría decir: «Soy demasiado joven para que todo esto tenga sentido y parece tan negativo, entonces, ¿por qué perder mi tiempo aquí?». Bueno, permítame asegurarle, esto no es una pérdida de tiempo; pero quizá tenga que aceptarlo con fe de alguien que ha peregrinado más en el sendero y ha visto mucho más en el camino.
Mantenga en mente que las trampas son parientes malos y se nos acercan en combinaciones, rara vez solas. Tampoco están escritas en algún orden significativo, porque su asalto en contra de nosotros es personalizado en cuanto a lo que somos, y el archienemigo definitivamente conoce sus tácticas. Recordemos el problema de la autosuficiencia, de sentir que no necesitamos a alguien de afuera que nos hable, nos exhorte.
La mala administración financiera. Tenga cuidado con los problemas de dinero, particularmente si viene de un contexto de menos privilegio, o al contrario, si viene de privilegios y riqueza. En el ministerio cristiano uno está más cerca de la pobreza y quizá tenga que batallar con esas realidades.
Tal vez algunos de nosotros podríamos haber ganado mucho más dinero si hubiéramos trabajado en el mercado laboral, pero ese no era el propósito de Dios para nosotros. El seguidor de Cristo pensante reconoce el principio bíblico del «llamado» a toda vocación honrosa como algo sagrado. Es un asunto de llamados y asignaciones en la vida. No olviden los casos de Judas y Demas.
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