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Entre la equidad hombre-mujer, parte 1

Desde hace varios años la cooperación internacional ha discutido y ha puesto en relevancia los temas de género. De hecho, en la mayoría de los proyectos implementados por las agencias de Naciones Unidas con los gobiernos de los países en Latinoamérica, este tema se tiene que incluir desde su fase de diseño y operación. Por ejemplo, la FAO, que es la agencia especializada de las Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura, tiene como mandato y lo manifiesta en una de sus estrategias regionales que lanzó en el 2019 para la América Latina y el Caribe que “sin equidad de género, no habrá desarrollo sostenible, no solo para las mujeres, sino para ninguno de los habitantes de nuestra región”.

En las redes sociales y las noticias de los diferentes países se puede notar que hay avances en generación de política pública, educación e incentivos para disminuir las brechas e inequidades de género entre hombres y mujeres. Pero, por otro lado, se denota que hay un aumento de femicidios, violaciones y acosos.  Es impresionante que, según la página de una ONG especializada en temas de género, en el Ecuador, por ejemplo, la situación de violencia machista no cambia, en el año 2022 más bien aumentó con datos alarmantes:

Desde el 1 de enero al 5 de marzo del 2022 ya sucedieron 28 feminicidios, transfeminicidios y muertes violentas de mujeres por delincuencia organizada. De los 28 casos registrados, 14 corresponden a femi(ni)cidios/feminicidios (50%), 2 son transfeminicidios (7%) y 12 casos corresponden a muertes violentas de mujeres por delincuencia organizada”.[1]

Contra estos datos, los gobiernos tratan, algunas iglesias cristianas actúan para frenar estos avances, ya que, lastimosamente, los temas de género que promueve la cooperación internacional se han confundido con las ideologías de género. Como menciona Amaya, J. F. S. (2017) “en Europa del Este, la ideología de género ha sido una de las banderas con que la Iglesia Católica ha recuperado presencia y poder intelectual, liderando una “retradicionalización” de la sociedad”.

Por ejemplo, hace poco en Ecuador se archivó el debate sobre una ley de aborto por violación (ataque sexual). La legislación actual tiene una obligación jurídica para que las mujeres violadas tengan a sus hijos si quedan embrazadas como fruto de la violación, es decir, el Estado les obliga a tener un niño que no desearon, por ende se les revictimiza -quizás de por vida- a la madre y al hijo.

El debate

La sociedad ecuatoriana, como algunas iglesias católicas y evangélicas, se centraron en el debate del aborto, pero tenían oídos sordos al problema de fondo: la violación. En contraposición, se plantearon posturas como la de una especialista que habló en la Asamblea Nacional de Ecuador, su punto de vista se publicó en el diario el Telégrafo del 28 de abril de 2019:[2]Una violación es un mal moral que va en contra de la dignidad humana y en contra la voluntad de Dios. Negarle a la víctima el acceso a servicios de salud seguros e inmediatos para interrumpir un embarazo forzado, si así lo desea, es convertirse en cómplice en un continuo de violencias contra ella”. Como se puede observar, hay contraposición sobre el tema, por un lado, se cita el mandamiento no mataras y por el otro se recuerda a la mujer que fue perdona por Jesús de sus pecados, registrado en Mateo 8:1-11.

La ideología de género, a decir de Amaya, J. F. S.: “es una estrategia discursiva para ganar poder político que homogeniza tanto a quienes la emplean en sus discursos como a los usos que se hacen de ella”.[3] Lastimosamente, lo que se entiende por género en estas movilizaciones no es igual en todos los casos, de hecho, el significado de esta categoría varía por varios factores culturales, sociales y de fundamentación teórica. Por eso el impacto de la ideología de género a decir de Amaya: “no es el mismo en lugares donde los estudios de género y los movimientos feministas tienen una larga historia de institucionalización y consolidación, que en lugares donde estos apenas tienen participación en los espacios académicos y políticos”.

Hay varios problemas cuando se mal interpreta el concepto de equidad de género y equidad entre hombres y mujeres,[4] con las ideologías de género. Uno de los casos más documentados fue la ganancia del “no” en el plebiscito del acuerdo de Paz con la Guerrilla en Colombia, como dice Amaya: “la sospecha de la presencia “encriptada” de la ideología de género en el enfoque de género del acuerdo, que se presumía, era su fachada, fue un fantasma que rondó las discusiones previas al plebiscito”.

Más aún, a decir de Amaya: “los logros en participación política que las mujeres alcanzaron en el marco de un conflicto armado se ven amenazados en el posconflicto, al imponérseles el retorno a roles tradicionales”, es decir los avances en relación con equidad entre hombres y mujeres están retrocediendo.  Como menciona Amaya: “la ideología de género, como práctica política que construye un discurso, en el cual ciertos sectores de la sociedad aparecen como opuestos a lo natural y contrarios a lo social, para justificar un régimen autoritario, tienen una historia más larga de la que usualmente se suele contar”.

La situación

Lastimosamente esto ha ingresado a las iglesias, y muchos se basan en lo que menciona Pablo en 1 Corintios 14:33-35: “Las mujeres guarden silencio en las iglesias, porque no les es permitido hablar, antes bien, que se sujeten como dice también la ley. Y si quieren aprender algo,que pregunten a sus propios maridos en casa, porque no es correcto que la mujer hable en la iglesia”.

Por ende, es mal visto que las mujeres hablen en la iglesia y sean lideres de la sociedad, ya que para muchos creyentes y líderes religiosos no es bíblico que las mujeres lideren. Entonces cuando se quiere abordar el tema de inequidad entre hombres y mujeres en los círculos eclesiales hay muchos opositores, estas personas lo confunden con incluir la ideología de género y la situación se complejiza.

Este grupo ha topado otros temas como futuros distópicos que amenazan a la humanidad, agentes no humanos (robots), legitimar políticas de muerte en medio de la guerra entre otros temas;[5] que, a decir los promotores, escudados en esta posición religiosa, junta con un aglutinante simbólico, a católicos y protestantes que quieren poder y protagonismo político. Sin embargo, estos grupos no salen a debatir y alzar su voz de protesta sobre: femicidios, violencia intrafamiliar, maltrato a niñas y mujeres, machismo, abusos sexuales dentro del matrimonio, discriminación de mujeres, acoso sexual entre otros temas importantes en relación con la equidad de género y los valores del Reino de Dios.

Conclusión

La iglesia cristiana más allá de salir a la palestra a batallar que hay inequidad, discriminación, abuso sexual y violencia contra las mujeres, ancianas, niñas y adolescentes, que son víctimas de una sociedad machista; ha decidido salir a debatir al Estado con marchas y concentraciones. Con ataques en redes sociales porque en los sistemas educativos no se impongan cátedras con la ideología de género en la malla curricular, con consignas como: “con mi familia no te metas”.

Esto, a decir de Barajas, K. B., es: “colocar alguna libertad o derecho por encima de otro, o el secuestro de libertades y derechos a partir de discursos seculares que esconden una visión religiosa”.[6] Desde este punto de vista, esto ha sido, esconder la problemática de las mujeres en nuestras sociedades latinoamericanas bajo el tapete, y poner tópicos que mueven masas; pero mantienen las normas sociales de inequidad de género incluso dentro de los templos y círculos eclesiales.


[1] Asociación Latinoamericana para el Desarrollo Alternativo.

[2] https://www.eltelegrafo.com.ec/noticias/sociedad/6/violenciasexual-mujeres-embarazonodeseado

[3] J. F. S. Amaya, “La tormenta perfecta: Ideología de género y articulación de públicos”, Sexualidad, Salud y Sociedad (2017): 149-171.

[4] “El género permite ver no sólo las desigualdades entre hombres y mujeres, o a1 interior de los géneros, sino que también permite problematizar otro tipo de desigualdades sociales basadas en las diferencias de clase, edad, raza y religión”. S. López Estrada y Elizabeth E. Brusco, “The Reformation of Machismo”, Frontera Norte, 8/15 (2017): 205–210.

[5] M. Viveros, & M, Rodríguez, “Hacer y deshacer la ideología de género”, Sexualidad, Salud y Sociedad, (2017): 118-127.

[6] K.B., Barajas, “Pánico moral y de género en México y Brasil: rituales jurídicos y sociales de la política evangélica para deshabilitar los principios de un estado laico”, Religião & Sociedade (2018): 85-118.

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