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Desafíos pastorales de la familia en el mundo contemporáneo

    Mudar de ser un centro de actividades a ser una familia de gracia

    ¿Cómo lograremos esto en el contexto posmoderno actual donde la familia diversa del siglo XX ha dado paso a la no familia? Está claro que no es volviendo o buscando la imagen romántica o idealista de la familia cultural de determinada época que creemos más cristiana que la actual. Es más saludable tomar en serio el principio rector que hemos establecido a partir del Nuevo Testamento, que la familia de la fe es preeminente frente a la familia cultural. Así, los principios para la vida nueva de los creyentes son los mismos que deben gobernar las relaciones familiares en el hogar. Modelar y educar con ellos es la clave para desarrollar familias del reino; es decir, testimonios saludables del Reino de Dios en medio de la cultura contemporánea.

    1. Dejar de hacer actividades para y por las familias. Esta decisión incluye, por un lado, dejar solo de exhortar a las familias culturales para que aprendan actividades cristianas como orar en casa, educar a los hijos en la memorización bíblica y testificar de la fe en el trabajo o el centro de estudios. Por el otro lado, tampoco debe seguirse haciendo tareas por las familias culturales como educar por sí sola a los hijos en la fe cristiana, crear programas segmentados por edad para vencer al entretenimiento secular o entregar fondos para programas de impacto social ejecutados por otras organizaciones.

    2. Comenzar a integrar con la gente una gran familia de gracia. La iglesia, siendo la familia de la fe, debe comenzar a promover la vida cristiana en comunidad con las familias, ya que ese es el mejor servicio que la iglesia puede ofrecer: ser una gran familia de fe para todos. Sin importar la realidad social desde la cual la gente viene a la relación personal con Jesucristo mediante la gracia redentora: separado(a), viudo(a), divorciado(a), en concubinato, pareja sin hijos, padre o madre soltera, familia nuclear, familia mixta, soltero(a) compartiendo apartamento con amigos. Las iglesias necesitan superar la mentalidad de centros de actividades para y por las familias, y comenzar a convivir en comunidad como una familia de fe. Aceptación y pertenencia son las necesidades humanas universales y solo la iglesia puede brindarla derribando todo tipo de muros y cerrando todo tipo de brechas.

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    Estimular hábitos saludables para las familias culturales

    El consejo de Dios dice: «Un buen hogar se construye con sabiduría y se basa en la inteligencia. El conocimiento llena las habitaciones de bienes valiosos y agradables» (Pr 24:3-4 PDT). Si todos en cada familia realizan el duro trabajo de desarrollar hábitos saludables de convivencia, podrán cosechar los beneficios de la sabiduría para la vida (ver con discernimiento), el buen juicio (responder con entendimiento) y el conocimiento (aprender con percepción).[1] Un hábito se desarrolla cuando convergen el conocimiento (qué y porque hacerlo), la habilidad (cómo hacerlo) y el deseo (querer hacerlo).  

    Las 5 prácticas efectivas para la buena salud de la familia contemporánea, comentadas a continuación, son formas concretas de aplicar en la familia cultural los consejos que Dios nos ofrece en su Palabra para ser y convivir como familia de la fe.

    1. Ceder la autoridad familiar a Dios. «Si el Señor no edifica la casa, en vano se esfuerzan los albañiles […]. Dichosos todos los que temen al Señor, los que van por sus caminos» (Sal 12:1; 128:1 NVI).

    2. Convivir en sumisión mutua. «En todo traten ustedes a los demás tal y como quieren que ellos los traten a ustedes […]. Sométanse unos a otros, por reverencia a Cristo» (Mt 7:12; Ef 5:21 NVI).

    3. Ejercitar la mayordomía 3T. De los tres mayores bienes que la gracia de Dios provee a cada familia: tiempo, talento y tesoro «…sirviéndoos los unos a los otros como buenos administradores» (1 P 4:10 BA).

    4. Ser pacificadores en medio del conflicto. «En cuanto al amor fraternal […], les animamos a amarse aún más, a procurar vivir en paz con todos, a ocuparse de sus propias responsabilidades y a trabajar con sus propias manos» (1 Ts 4:9-11 NVI).

    5. Comunicarse afirmativamente. «hable cada uno a su prójimo con la verdad, porque todos somos miembros de un mismo cuerpo […]. Eviten toda conversación obscena […], que sus palabras contribuyan a la necesaria edificación y sean de bendición para quienes escuchan […] sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo» (Ef 4:25, 29, 31-32 NVI).

    Por Jorge A. Ponce y Carlos A. Zazueta. Puedes escuchar el podcast completo sobre este tema AQUÍ.

    Carlos  A. Zazueta se graduó del Seminario Teológico de Dallas con una maestría en Teología y un doctorado en Ministerio. Sirve en el ministerio internacional Insight for Living, como pastor y maestro del programa radial de Visión para vivir, siendo la voz al español de su pastor y mentor el Dr. Charles R. Swindoll.

    Jorge A. Ponce es doctor en Ministerio por el Seminario Teológico de Dallas y profesor adjunto en el Seminario Teológico Centroamericano. Además, es el director de Visión para Vivir Centroamérica.


    [1] Charles R. Swindoll, Dile que sí al amor (Minneapolis: Betania, 1985), 24.

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