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Hijos de una tercera cultura, parte 1.

    Conceptos generales

    Ante todo, existe un término importante de entender: cultura. Este término es muy utilizado, sea bien o mal empleado, y la mayoría de las personas tienen conocimiento de esta palabra. Sin embargo, no está de más echar un breve vistazo acerca de las definiciones que ha tenido. Para Justo González, la «cultura es, en esencia, el modo en que un grupo humano cualquiera se relaciona entre sí y con el ambiente circundante».[1] Para él, la cultura tiene dos elementos: uno externo y otro interno. El primero «responde a los retos y oportunidades de su ambiente».[2] El segundo es «toda una serie de signos y significados que le permite a un grupo humano comunicarse entre sí».[3] Sin embargo, unos años atrás, el sociólogo y teólogo Richard Niebuhr habló acerca de tres características de esta: 1) está inextricablemente vinculada a la vida del hombre en la sociedad: es siempre social; 2) es un logro humano, es decir, se distingue de la naturaleza por la finalidad y el esfuerzo humano inherentes a ella (la cultura); 3) el mundo de la cultura es un mundo de valores».[4]

    Por otro lado, en una investigación que se realizó en 14 países de Latinoamérica, coordinado por Hugo Zemelman, tuvo el siguiente resultado:

    Cultura es la herencia social de una comunidad humana, representada por el acervo compartido de modos estandarizados de adaptación a la naturaleza, para proveerse de subsistencia, de normas e instituciones reguladoras de las relaciones sociales y de los sistemas de conocimiento, de valores y de creencias con los que los miembros explican su experiencia, expresan su creatividad artística y se motivan para la acción. Así concebida, la cultura es un orden particular de fenómenos caracterizados por ser una réplica conceptual de la realidad, simbólicamente trasmisible de generación a generación, bajo la forma de una tradición que provee modos de existencia, formas de organización y medios de expresión a una comunidad humana.[5]

    Por lo tanto, la cultura provee de relaciones entre individuos, familias, miembros de otros grupos y el ambiente que los rodea. Responde a los retos y oportunidades del día a día. Facilita la comunicación. Permite que el humano esté vinculado a la sociedad. Proporciona avances. Da valores. Facilita la adaptación hacia la naturaleza y la subsistencia. Aprovisiona normas e instituciones de las relaciones sociales y sistemas de conocimiento. Da creencias. Equipara de experiencias, creatividad artística y acción. Provee de orden. Proporciona tradiciones. Facilita la organización de la sociedad. Plantea la base para la expresión de la comunidad humana. Pero esto no termina en solo conceptos o definiciones cuando se habla de los chicos que crean una tercera cultura.

    Definición de «chicos de una tercera cultura»

    El término Third Culture Kids fue acuñado por Ruth Useem, quien, junto a su esposo John, comenzó la investigación en la década de 1950. Como científicos sociales, viajaron a India para estudiar a las familias estadounidenses expatriadas que residían allí. El descubrimiento de su investigación indicó que estas familias no formaban parte de la cultura anfitriona y tampoco de su cultura hogareña, sino que desarrollaron una tercera cultura con los otros expatriados, estableciendo un estilo de vida diferente. Los Useems llamaron a los niños que crecieron en otra cultura como Third Culture Kids. Se definió a la tercera cultura como un término genérico para analizar el estilo de vida creado, compartido y aprendido por aquellos que pertenecen a una cultura y están en proceso o se relacionan con otra. Useem define a los Third Culture Kids como niños que acompañan a sus padres en otra sociedad.[6] En el idioma español, se traduce como «chicos de tercera cultura».[7]

    Ahora bien, el sociólogo, autor y conferenciante estadounidense David C. Pollock, junto a Ruth E. Van Reken, realizó una excelente investigación con relación a este tema. Pollock presenta la siguiente definición:

    Un «chico de tercera cultura» es una persona que ha pasado una parte importante de sus años de desarrollo fuera de la cultura de los padres. El chico de tercera cultura construye con frecuencia relaciones con todas las culturas, sin tener una propiedad total de ninguna. Aunque los elementos de cada cultura pueden ser asimilados en la experiencia similar de chicos de tercera cultura, el sentido de pertenencia está en relación con otros de trasfondo similar.[8]

    Por otro lado, Guillermo Eddy, quien es fundador del KAMPA CTC, en donde una vez al año organiza campamentos para los chicos de tercera cultura latinoamericanos que viven en Europa, comenta que la definición que se le ha dado a un CTC también incluye a las personas en donde los padres, por motivos de trabajo, tuvieron que mudarse a un país que no es el país de nacimiento. De igual forma, se destina este término a aquellos que han nacido en otro país que no es el de los padres, en el cual se ha establecido en el hogar la cultura natal de los padres que funciona como refugio hacia la cultura predominante que los rodea.[9] «Es bueno notar aquí que el CTC no es un inmigrante. Puede ser hijo de un inmigrante, hijo de un militar destinado a otro país, hija de un hombre de negocios o de un trabajador de una ONG destinado a otro continente, o hijos de misioneros trabajando en otra cultura».[10]


    [1] J. González, Culto, cultura y cultivo: Apuntes teológicos en torno a las culturas (Lima: Puma, 2008), 37.

    [2] Ibíd.

    [3] Ibíd., 39.

    [4] R. Niebuhr, Cristo y la cultura (Barcelona: Península, 1968), 36-38.

    [5] H, Zemelman, Cultura y política en América Latina (México: Siglo XXI, 1990), 23.

    [6] E. Gallagher, Equal rights to the curriculum: Many languages, one message (Gran Bretaña: Multilingual Matters, 2008), 66-67.

    [7] Se utilizarán las siglas CTC para referirnos al concepto «chicos de tercera cultura».

    [8] D. C. Pollock y R. E. Van Reken, Third culture kids: Growing up among worlds (Boston: Nicholas Brealey, 2009), 13.

    [9] G. Eddy, Hijos de una tierra sin nombre: La realidad de los Chicos de Tercera Cultura (España: Mosaico de Esperanza, 2013), 25.

    [10] Ibíd., 26.

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