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Perseverancia y paciencia en la crisis

El gozo, la paz, la perseverancia y la paciencia han sido virtudes importantes en el cristianismo. De hecho, antiguos escritores llegaron a reconocer con asombro, a pesar del desprecio por el cristianismo, algunas de estas virtudes en los primeros cristianos, las cuales practicaban con una dedicación comparable a la de auténticos sabios o filósofos.[1] Y hoy, en medio de la desesperación y la crisis, es un tiempo donde podemos poner a prueba nuestro gozo y paz y evaluar nuestra paciencia y perseverancia. Es necesario que los cristianos reflexionemos sobre nuestra manera de enfrentar los tiempos difíciles.

Estudiemos un poco el libro de Colosenses, y veamos cómo la oración de Pablo nos puede ayudar a explorar las virtudes de la perseverancia y la paciencia para ponerlas en práctica en este tiempo de cuarentena.  

Por esta razón, también nosotros, desde el día que lo supimos, no hemos cesado de orar por vosotros y de rogar que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría y comprensión[2] espiritual,para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, dando fruto en toda buena obra y creciendo en el conocimiento de Dios; fortalecidos con todo poder según la potencia de su gloria, para obtener toda perseverancia y paciencia, con gozodando gracias al Padre que nos ha capacitado para compartirla herencia de los santos en luz. (Col 1:9-12 LBLA)

Sabiduría y comprensión espiritual

Enfoquémonos en dos aspectos de esta oración. Primero, es interesante notar el deseo del Apóstol de que los colosenses sean llenos «del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual» (v. 9 RVC). Aquí «espiritual» es un adjetivo que se aplica tanto a «sabiduría» como a «comprensión» o «inteligencia». Por «sabiduría» se entiende la capacidad de acumular y entender principios bíblicos, y por «comprensión» la aplicación de estos principios en la vida diaria. El v. 10 nos muestra el propósito de esta petición: «… para que andéis como es digno del Señor».

Segundo, en el v. 11 Pablo pide que sean «fortalecidos con todo poder según la potencia de su gloria». Esta fortaleza es una característica de todo cristiano que se somete a la palabra de Dios estudiándola, entendiéndola y viviéndola a través de la guía del Espíritu Santo. Y, de igual manera, el Apóstol resalta el fin: «… para obtener toda perseverancia y paciencia», es decir, con el propósito de que ellos puedan perseverar y ser pacientes. Estos dos términos están relacionados y denotan la actitud que se debe tener durante las pruebas. «Paciencia» (en gr. hypomone) tiene que ver con soportar circunstancias difíciles y «perseverancia» (en gr. makrothymia) se aplica a la paciencia que se debe tener con otras personas, especialmente con las personas difíciles.

Pablo nos da una gran lección. Aun preso (recordemos que probablemente él estaba en la prisión de Roma) y con cierto deterioro físico, el Apóstol no solo escribe con autoridad y aplomo sobre la perseverancia y la paciencia, sino que se toma el tiempo de orar por otros y crecer en el conocimiento de Dios y su voluntad. Definitivamente, esta confianza en medio del dolor y el sufrimiento solo se puede desarrollar conociendo a Dios y teniendo comunión con él.

Para poner esto en el contexto, nuestras restricciones hoy día son «parecidas» a las de un prisionero: quizás estamos en un espacio reducido, en contra de nuestra voluntad, haciendo lo mismo todos los días. Sin embargo, podremos atravesar esta cuarentena satisfactoriamente solo conociendo a Dios. Este tiempo de crisis lo podemos convertir en una oportunidad para conocer más al Señor a través de la oración y la lectura de su palabra y para fortalecer y practicar tanto la paciencia como la perseverancia.

La virtud de la paciencia

Cipriano, obispo de Cartago en el 256 a. C., escribió uno de los tres tratados sobre la paciencia en los primeros siglos del cristianismo: De bono patientiae (Sobre el bien de la paciencia). Este, junto a los tratados de Tertuliano y Agustín, nos ayuda a entender no solo las difíciles circunstancias en las que vivía la iglesia de esos tiempos, sino que revela cómo la virtud de la paciencia jugó un papel determinante en los cristianos. A fin de que su pueblo manifestara un testimonio audaz y una fidelidad incomparable hacia Dios, Cipriano describe lo que una vida cristiana en medio de las pruebas debe reflejar:

Nosotros, queridísimos hermanos, somos filósofos no de palabras grandilocuentes, sino de hechos; profesamos la sabiduría no vistiéndonos con una capa, sino consiguiendo la realidad misma de las cosas; apreciamos más ser virtuosos (perseverantes y pacientes) que parecerlo; no hablamos de cosas grandes, sino que las ponemos en práctica. [3]

Como se puede observar, Cipriano relaciona la fe con la virtud de la paciencia, y dice que «cuando los cristianos la hacen visible y actúan conforme a esta virtud, revelan al mundo la naturaleza de Dios». Nosotros, al igual que Cipriano, debemos decir: «En esta época de crisis, los cristianos no hablamos de cosas grandes (virtudes como la perseverancia y la paciencia), sino que las ponemos en práctica».[4]

Oremos para que seamos llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría y comprensión espiritual, para que andemos en esta cuarentena y en todo tiempo como es digno del Señor. Aprovechemos este tiempo para crecer en el conocimiento de Dios y su voluntad. Oremos para que seamos fortalecidos con perseverancia y paciencia, porque esto demuestra la gloria de Dios.

John Piper dice: «Dios es más glorificado en nosotros, mientras más satisfechos estamos en Él». En estos días debemos ser luz para los demás y ejemplo de perseverancia y paciencia. Si estamos satisfechos en Dios, entonces esta cuarentena será de provecho. Como diría mi papá: «Paciencia es la combinación de paz y sabiduría, las cuales vienen de Jesucristo, nuestro sabio Príncipe de paz».


[1] Larry W. Hurtado, Destructor de los dioses: El cristianismo en el mundo antiguo (Salamanca: Sígueme, 2017), 49; “Paciencia”, Nuevo diccionario bíblico (Buenos Aires: Certeza, 2000), 1016.

[2] En otras versiones, como la RVC, se usa la palabra «inteligencia».

[3] Alan Kreider, La paciencia: El sorprendente fermento del cristianismo en el Impero romano (Salamanca: Sígueme, 2017), 29.

[4] Ibíd., 30.

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