La virtud de la paciencia
Cipriano, obispo de Cartago en el 256 a. C., escribió uno de los tres tratados sobre la paciencia en los primeros siglos del cristianismo: De bono patientiae (Sobre el bien de la paciencia). Este, junto a los tratados de Tertuliano y Agustín, nos ayuda a entender no solo las difíciles circunstancias en las que vivía la iglesia de esos tiempos, sino que revela cómo la virtud de la paciencia jugó un papel determinante en los cristianos. A fin de que su pueblo manifestara un testimonio audaz y una fidelidad incomparable hacia Dios, Cipriano describe lo que una vida cristiana en medio de las pruebas debe reflejar:
Nosotros, queridísimos hermanos, somos filósofos no de palabras grandilocuentes, sino de hechos; profesamos la sabiduría no vistiéndonos con una capa, sino consiguiendo la realidad misma de las cosas; apreciamos más ser virtuosos (perseverantes y pacientes) que parecerlo; no hablamos de cosas grandes, sino que las ponemos en práctica. [3]
Como se puede observar, Cipriano relaciona la fe con la virtud de la paciencia, y dice que «cuando los cristianos la hacen visible y actúan conforme a esta virtud, revelan al mundo la naturaleza de Dios». Nosotros, al igual que Cipriano, debemos decir: «En esta época de crisis, los cristianos no hablamos de cosas grandes (virtudes como la perseverancia y la paciencia), sino que las ponemos en práctica».[4]
Oremos para que seamos llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría y comprensión espiritual, para que andemos en esta cuarentena y en todo tiempo como es digno del Señor. Aprovechemos este tiempo para crecer en el conocimiento de Dios y su voluntad. Oremos para que seamos fortalecidos con perseverancia y paciencia, porque esto demuestra la gloria de Dios.
John Piper dice: «Dios es más glorificado en nosotros, mientras más satisfechos estamos en Él». En estos días debemos ser luz para los demás y ejemplo de perseverancia y paciencia. Si estamos satisfechos en Dios, entonces esta cuarentena será de provecho. Como diría mi papá: «Paciencia es la combinación de paz y sabiduría, las cuales vienen de Jesucristo, nuestro sabio Príncipe de paz».
[1] Larry W. Hurtado, Destructor de los dioses: El cristianismo en el mundo antiguo (Salamanca: Sígueme, 2017), 49; “Paciencia”, Nuevo diccionario bíblico (Buenos Aires: Certeza, 2000), 1016.
[2] En otras versiones, como la RVC, se usa la palabra «inteligencia».
[3] Alan Kreider, La paciencia: El sorprendente fermento del cristianismo en el Impero romano (Salamanca: Sígueme, 2017), 29.
[4] Ibíd., 30.
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