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Entretenimiento, pandemia e iglesia ¿Será la iglesia más «entretenida» después de la pandemia?

    La industria del entretenimiento se ha convertido en las últimas décadas en el elemento cultural más influyente del mundo contemporáneo. Se podría decir que las nuevas generaciones están siendo formadas más por este elemento que por los maestros en las escuelas o los pastores y líderes en las iglesias o incluso más que los propios padres. Con la pandemia la influencia del mundo del entretenimiento no ha hecho más que crecer. Aunque no hay eventos públicos como deportes, conciertos, teatros, cines, el entretenimiento no se ha quedado en suspenso. Varias de las actividades ya están regresando, aunque sin la presencia del público como los deportes, y ya se ofrecen en la TV,  pero muchas otras siguen en formato virtual.

    Las iglesias mismas compiten por la atención del público y ofrecen actividades que sean atractivas a sus feligreses y más. También hay conciertos cristianos virtuales. Los grandes comunicadores cristianos ofrecen sus prédicas y estudios bíblicos, anunciándose en las redes sociales como lo hacen los demás. Los videos en YouTube con toda clase de eventos se multiplican y los cristianos se ven abrumados por tanta oferta de productos religiosos. Un domingo cualquiera, a la hora del culto virtual de las iglesias, los creyentes tienen la opción de escoger culto, predicador y tipo de alabanza. Algunos escogen la alabanza de una iglesia y la predicación de otra. Al fin y al cabo, están a un clic de distancia unos y otros. ¿Debe la iglesia convertirse en un elemento más de la industria del entretenimiento? ¿Cómo nos acercamos a este tema? ¿Hay experiencias que podemos ver en la historia? ¿Enseña algo la Biblia sobre esto?

    Un poco de historia

    Como muchas otras cosas, también el entretenimiento ha acompañado a la humanidad desde sus orígenes. Las culturas más antiguas tenían pocos elementos de entretenimiento porque estaban enfocadas más en subsistencia. Pero a medida que se desarrollaban las sociedades también se desarrollaba el entretenimiento, apareciendo el concepto de «ocio» como el motor de este elemento.

    Son los griegos quienes nos legaron un entretenimiento más elaborado, especialmente el teatro y la música, pero también los famosos Juegos Olímpicos. Sin embargo, fueron los romanos los que elevaron el entretenimiento a un nivel más público y masivo. El famoso circo romano no es solamente un edificio (un coliseo), sino un concepto de entretenimiento barato para el pueblo. Junto con el declive del Imperio romano, también el entretenimiento se fue degradando hasta convertirse en una fiesta trágica, sanguinaria y con claros intereses políticos de los emperadores de turno. También en estas culturas las fiestas religiosas dedicadas a los diversos dioses eran una combinación de fervor religioso con entretenimiento.

    En tiempos de la Edad Media el entretenimiento, como casi todo lo demás, estaba relacionado con la iglesia. Se elaboraban obras teatrales con el fin de enseñar al pueblo las historias bíblicas y de los personajes héroes de la fe cristiana. También la música comenzó a usarse para los mismos propósitos. Se podría decir que en este tiempo los templos eran el centro de la actividad religiosa y cultural, incluyendo el entretenimiento. Las festividades religiosas dedicadas a los santos patronos de los diferentes lugares también fueron una combinación de fervor religioso y entretenimiento para el pueblo. Así es como nacen las famosas «ferias patronales», tan populares en nuestra cultura católica. En tiempos de las grandes pestes estas actividades también se suspendían. Con el Renacimiento a finales de la Edad Media el arte y el entretenimiento se «mundanalizó», y así salió de los templos, aunque no del todo.

    En la modernidad (siglos XVII al XX) casi todo se distanció de la iglesia, incluyendo el entretenimiento, y surgió así el concepto de lo «secular» para diferenciarlo de lo sacro o religioso. Los cristianos y los evangélicos en particular vieron el entretenimiento secular como algo malo. Aquí se incluía el cine, la TV, el deporte y la música «mundana», entre otros. Las cosas están cambiando ahora en la posmodernidad, y la pandemia ha hecho que las iglesias vuelvan la vista a estos asuntos del entretenimiento con nuevos ojos. Pero ¿hay enseñanzas bíblicas que nos puedan orientar en estas nuevas circunstancias?

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    Un poco de Biblia

    La Biblia no habla específicamente del entretenimiento con enseñanzas puntuales, pero sí hay referencias e inferencias que nos pueden servir. En tiempos del Antiguo Testamento lo más cercano al entretenimiento, como lo conocemos hoy, serían las festividades y ceremonias religiosas de Israel, la mayoría de ellas establecidas en la ley. Algunas de ellas, como la fiesta de Tabernáculos, que duraba 8 días, eran muy alegres con una combinación de ceremonias religiosas en el templo y actividades familiares y comunitarias en donde abundaba la comida, la música y el jolgorio. Hubo festividades y celebraciones que, aunque no estaban establecidas en la ley, se hicieron parte de la cultura israelita y judía posteriormente. Tal es el caso de la fiesta del Purim que celebraba la liberación del pueblo en tiempos de Ester y Janucá que celebra una victoria de los macabeos (en tiempos intertestamentarios) y la rededicación del segundo templo. Al igual que en otras culturas, en Israel también se vinculaban las festividades con fervor religioso y el entretenimiento del pueblo.

    En el Nuevo Testamento encontramos algo similar. En tiempos del ministerio terrenal del señor Jesús las festividades judías estaban un poco más elaboradas, pero mantenían esa relación entre lo religioso y lo popular. Jesús mismo participó activamente en todas estas festividades y algunas de ellas las aprovechó para dirigirse al pueblo y enseñar (p. ej. Jn 7). En Mr 6:14-29 se narra lo sucedido en una fiesta que Herodes dio por su cumpleaños, en la cual hubo un espectáculo de danza. En este caso el entretenimiento terminó en tragedia con la muerte de Juan el Bautista. En tiempos de los apóstoles y a medida que la fe cristiana se adentraba en territorio gentil, las referencias a actividades del mundo grecorromano se hacían más frecuentes. En Hechos se mencionan varias festividades paganas como en el capítulo 19, donde se narra lo sucedido en Éfeso en medio de festividades en honor a la diosa Diana. Es el apóstol Pablo quien más hace referencia a asuntos de las festividades paganas o incluso usando el circo romano o los deportes y los Juegos Olímpicos como ilustraciones de la vida cristiana (1 Co 15:35; 9:24-27; 2 Ti 2-7; 4:7-8). También el autor de  Hebreos hace algo similar (Heb 12:1-4). Todo parece indicar que el entretenimiento ha formado parte de la historia humana desde siempre y puede ser algo sano y valioso o malo y destructor. ¿Cuál es la realidad hoy?

    Un poco de actualidad

    Como dije antes, la modernidad distanció el mundo religioso del secular, y desde esa separación el entretenimiento se quedó en el mundo secular. Es en tiempos recientes que parece que está de vuelta en el mundo religioso. En términos generales, se puede decir que la industria actual del entretenimiento es mucho más influyente que en cualquier otra época de la historia humana. Es tal la influencia que esta pandemia ha puesto en evidencia cuán dependientes somos de ese elemento de nuestra cultura. Muchas cosas no se están haciendo por las restricciones sanitarias, pero muchas otras sí.

    Muchos cristianos añoran volver a los cultos presenciales, pero también añoran volver a ver los partidos de la liga española por TV o los estrenos de las películas más taquilleras. Los videojuegos y otros similares están más de moda que nunca, especialmente entre los niños y adolescentes. Los memes y bromas en las redes sociales son el entretenimiento de los adultos. Sin embargo, las iglesias ya han entrado en este elemento desde hace un tiempo, y ahora, en medio de la pandemia, lo están haciendo un poco a la fuerza, pero están en los medios sociales, en las redes sociales, en cada dispositivo. ¿Hemos convertido nuestros cultos en un asunto más de entretenimiento? ¿Es malo tratar de hacer más atractivos nuestros cultos y demás actividades de iglesia? ¿Es malo copiar de la industria del entretenimiento algunos elementos para incorporarlos en nuestro quehacer eclesiástico? ¿Cuál es nuestra meta? ¿Es solamente entretener? ¿Qué buscamos con nuestros programas infantiles que tan creativamente se están elaborando? ¿Solamente mantener entretenidos a nuestros niños? Parece que estamos de vuelta a los tiempos en que el entretenimiento vinculaba la adoración a Dios con una sana diversión del pueblo. ¿Será que también aquí podemos decir que para el creyente el futuro siempre es mejor?

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