Un acontecimiento recordado por la iglesia
La verdad es que el nacimiento de Jesucristo fue registrado a detalle por los escritores bíblicos. Tres de los cuatro evangelios, Mateo, Lucas y Juan, dedican sus primeros capítulos a contar la historia del nacimiento del Señor. Además, los cristianos han recordado y celebrado de una u otra manera el nacimiento de Jesús desde los más remotos inicios de nuestra fe. Más aún, el hecho del nacimiento de Jesús es superado en importancia solamente por el hecho de su muerte y resurrección.
Ya en el siglo IV, unos pocos años después del final de la persecución a la fe y el establecimiento de esta en el Imperio Romano, san Agustín de Hipona hace referencia a la Navidad:
Él vino cuando todas las cosas estaban envejeciendo, y las hizo nuevas. Como algo hecho, creado y perecedero, el mundo iba en declive hacia su decadencia. No podía sino abundar en problemas. Él vino para consolarlos en medio de los conflictos actuales y prometerles descanso eterno. No opten, pues, por aferrarse a este mundo envejecido, resistiéndose así a rejuvenecerse en Cristo.[1]
El relato en Pablo
Apenas unos años después de la muerte de Cristo, al explicar el cambio de paradigma entre el Antiguo y el Nuevo Pacto, el apóstol Pablo explica en Gálatas 4:4-5 lo siguiente:
Pero, cuando se cumplió el plazo, Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo la ley, a fin de que fuéramos adoptados como hijos.
¿Notas la importante selección de palabras del apóstol? “Cuando se cumplió el plazo”. Esto significa que la fecha no importaba en absoluto, lo que importaba era el hecho. La realidad es que la fecha exacta del nacimiento de Cristo será siempre un misterio. Y que la fecha del nacimiento no sería lo que importa, sino el hecho de que Él nació cuando Dios así lo dispuso. Y fue esto lo que los cristianos celebramos desde el principio: ¡la llegada del Señor!
Una victoria de la fe
Ahora bien, es interesante ver como algunos de nuestros hermanos se complican tanto la vida “buscando el origen pagano de las cosas”. Lo cierto es que más allá de toda conjetura, la Navidad significó la victoria de la fe sobre el mundo pagano de Roma. Particularmente del 17 al 23 de diciembre, los romanos paganos festejaban una festividad muy compleja llamada la Saturnalia. Con la cristianización del imperio ¡esta festividad se erradicó por completo! La fecha del festejo de la Navidad, que literalmente significa el nacimiento de Jesús, el 25 de diciembre, tuvo todo que ver con la celebración de la victoria de Cristo sobre las deidades paganas y no lo contrario. Recuerda que el nombre mismo de la festividad: Navidad, es de origen cristiano y hace referencia a la conmemoración del nacimiento de Jesús.
Así que la Navidad es históricamente cristiana, bíblica y además es la celebración de la victoria de Cristo sobre los falsos dioses. ¡Por eso la celebramos!
En Navidad, el mundo cristiano, la iglesia de Jesucristo, celebra la llegada del rey anunciado, quien no es otro que Dios mismo hecho hombre. En Navidad recordamos el día en que el cielo decretó buena voluntad, salvación y restauración para la humanidad (Mt 1:21; Lc 2:14). En Navidad, celebramos la llegada de Cristo, el redentor de la humanidad.
[1] San Agustín, Sermones sobre lecturas seleccionadas del Nuevo Testamento, 356.
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