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Una de las preguntas más elementales que desencadena interminables debates teológicos es la permisividad del dolor en la vida del cristiano a través de las pruebas. El ser humano, que es un ser por naturaleza curioso, necesita conocer las respuesta a las situaciones que le resultan extrañas. La inteligibilidad de las pruebas es uno de estos asunto controvertidos en el ámbito teológico. ¿Será posible entender las pruebas fuera de la concepción tradicional?
La concepción tradicional
¿Qué se considera una prueba? Normalmente se dice que un cristiano está en prueba cuando atraviesa una situación de dificultad espiritual. Puede ser una situación de dolor, incertidumbre, la muerte de un ser querido, el robo de pertenencias, la falta de seguridad económica, etc.
Es difícil definir lo que realmente es una prueba. Algunos consideran que la prueba es una medida por medio de la cual Dios se glorifica. Otros la ven como un instrumento que Dios usa para moldear la vida del cristiano (Jer 18). Incluso, postulan que se trata de una forma distinta por medio de la cual Dios expresa su amor. Lo que tienen en común todas estas perspectivas es que buscan una explicación que proporcione propósito a las situaciones más dolorosas de la existencia y lo hacen “postulando” a Dios como sentido.
La simultaneidad de las pruebas
Esta idea de que las pruebas tienen un propósito puede ser cierta, pero ¿qué tal si las pruebas ya han significado algo? En la mente de Dios, el tiempo no existe tal y como el ser humano lo conoce. Dios trasciende el tiempo de una manera que ningún ser humano puede comprender… La idea más cercana a esto es el concepto de simultaneidad en la física de la relatividad especial. La simultaneidad de dos eventos explica por qué una persona observa que dos sucesos ocurren al mismo tiempo. Esta primera persona está en un marco de referencia A. Pero es posible que otra persona, que observa desde otro punto y se mueve a una velocidad cercana a la velocidad de la luz, no coincida en que estos dos sucesos ocurren al mismo tiempo. Este segundo observador se encuentra en el marco B.
De la misma manera, lo que para los seres humanos ocurre en dos puntos diferentes de su vida, para Dios puede que simplemente esté sucediendo al mismo tiempo. Si en la mente de Dios las pruebas que él pone a los seres humanos suceden al mismo tiempo, en realidad las pruebas podrían solo estar describiendo lo que ellos son y lo que los rodea, como se describe en el libro de Job.
Las pruebas en Job
En el caso de Job la prueba describió su personalidad, de la misma manera que el carácter de los amigos. Inicialmente, el interés de la prueba estaba puesto en observar la reacción de Job (1:8-10), un varón que había temido a Dios y había sido próspero, ante un cambio radical en su vida. En este sentido, a la luz de esta perspectiva, la prueba fue útil para revelar la personalidad y el carácter de Job, así como también lo sería para cualquier ser humano. Las pruebas pueden mostrar la teología de una persona qué moldea sus actitudes, pero ¿de qué manera podría una prueba mostrar la teología de un cristiano?
Por otro lado, cuando Dios probó a Job, la deplorable situación de este valeroso hombre condujo a sus amigos a replantearle su concepto de la justicia. En otras palabras, la prueba de Job también reveló la personalidad de sus amigos: Elifaz, Bildad, Zofar y Elihu. Las contribuciones de consejería que hicieron a la situación de Job fue una forma de expresar la teología que permeaba su vida. Esto significa que las pruebas, de alguna forma, también pueden revelar la madurez en el pensamiento teológico de otros cristianos.
Finalmente, bajo esta nueva perspectiva, las pruebas también revelan quién es Dios para el que está atravesando la prueba. Job y sus amigos tenían diferentes concepciones acerca de Dios, y la más acertada de estas fue la de Job. ¿Qué dicen entonces las pruebas de Dios?
La causalidad de las señales
Como Dios existe fuera del tiempo, para Él las pruebas de los cristianos pueden o no estar ocurriendo al mismo tiempo. Sin embargo, en medio de estas circunstancias resulta más común de lo que debería ser pedir señales a Dios para comprender su voluntad. Estas señales van desde el aleteo de una mariposa hasta el cambio de actitud en una persona. Pero, si en la mente de Dios todos los eventos ocurren al mismo tiempo, ¿Las señales también?, ¿Será posible pedirle señales a Dios y que las señales tengan un significado, o su cumplimiento es meramente una casualidad?
Si se entiende a la petición de una señal como una causa y a su cumplimiento como un efecto, la “casualidad de la causalidad” también se puede entender a la luz de esta nueva propuesta. Para esto primero se puede entender la causalidad imaginando una figura geométrica. En este caso, hay que imaginar que dos conos forman un reloj de arena. En la intersección de los dos conos ocurre un evento P que separa el reloj en dos conos de luz: futuro y pasado. La idea es que todos los eventos dentro del cono de luz futuro pueden afectar causalmente al evento P, mientras que los eventos del cono de luz pasado solo pueden haber afectado a este evento de forma plausible. En otras palabras, la causalidad se preserva siempre y cuando no existan partículas que viajen más rápido que la velocidad de la luz, lo cual nunca se ha observado en la naturaleza.
Por tanto, la causalidad de los eventos en el universo conocido siempre se conserva. Así que las señales sí podrían tener un significado para la vida del cristiano que la solicita, y, sin embargo, siempre podrían estar sujetas a la duda ¿Su cumplimiento es o no una casualidad?
Conclusión
Las pruebas son parte fundamental en la vida cristiana y, aunque pueden tener un significado en particular para el futuro, como se suele decir, también pueden simplemente estar hablando del presente, como en el caso de la vida de Job. Para Dios el tiempo transcurre de forma diferente y lo que para los seres humanos es futuro, para Él puede ya ser presente… Esto es un mensaje de esperanza porque significa que el dolor natural que surge de una prueba Dios ya lo ha restaurado y lo seguirá haciendo en su trascendencia temporal.
La espiritualidad cristiana, definitivamente, tiene que ver con la totalidad de la vida, es decir, se lleva a cabo y se ejercita en lo individual y en lo comunitario, en la soledad y en lo social. También es cierto que esta tiene un fin: acercarnos más a Dios y a nuestro prójimo. ¿Cuáles son aquellas prácticas que nos ayudan a ser mejores discípulos del Señor? ¿Qué es, realmente, la “espiritualidad cristiana”? ¿Hemos olvidado ejercicios espirituales valiosos? Te invitamos a unirte a esta nueva conversación.
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