Nada nuevo, cosa del pasado, parte 1

Testimonio

Hace más o menos 30 años, estaba sentado en la última banca de la iglesia a la que actualmente asisto. Una iglesia pequeña y muy conservadora en donde toda mi familia se congregaba, puesto que mi abuelito había sido uno de los fundadores. Ese domingo por la mañana en un culto devocional, como normalmente se desarrollaba, uno de los músicos que estaba ministrando comenzó a tocar uno de los himnos que habitualmente cantábamos dentro de la liturgia, con la diferencia que le agregó un poco de ritmo, improvisación y un gran despliegue de talento.

Naturalmente mi pie derecho comenzó a moverse más de lo debido y cuando sentí estaba llevando el ritmo con mis manos sorprendido de la belleza musical que se conjugaba con la hermosura y riqueza de la letra. Provocó en mí, no solo el deseo de adoración por medio de la música y su contenido, sino también el movimiento por medio del ritmo. Sin embargo, esto causó la reacción inmediata del pastor de turno, quien fijó su mirada en mí con más atención que en los demás, por más o menos dos minutos, hasta que, con una expresión de pocos amigos y un paso muy firme, se bajó de la plataforma llegó hasta mi lugar, me tomó del brazo y me dijo que no bailara en la casa del Señor, porque eso era mundano.

¡Qué fácil es maquillar aquello que ha estado por mucho tiempo y no ha cambiado!

La historia

Salomón declaró lo siguiente: “La historia no hace más que repetirse; ya todo se hizo antes. No hay nada realmente nuevo bajo el sol.” Eclesiastés 1:9 (NTV). Todo evoluciona, todo avanza. Sin embargo, yo creo fervientemente que el ser humano y sus tentaciones siguen siendo exactamente las mismas, sólo que, en diferente tiempo y estilo, pero al final siempre es lo mismo.

El hombre sigue teniendo las mismas necesidades de comunicación y la misma necesidad de expresión de una u otra forma, incluso desde antes que existieran las redes sociales y hasta la abstinencia de compartir esa información, es catalogada como una forma de expresión en sí misma. Hoy estas necesidades se evidencian por la facilidad y el alcance de la tecnología, la cual nos permite expresarnos libre y públicamente por muchos medios y en algunos casos, hasta de forma gratuita.

Las preguntas

También los jóvenes siguen haciendo preguntas como: ¿Fumar tabaco o vapear es malo?, ¿masturbarse es malo?, ¿es permitido divorciarse?, ¿el homosexualismo es una opción? Pero, preguntan a partir de las prohibiciones: “eso no se hace”, a la respuesta de un rotundo “No”, que no satisface sus necesidades argumentativas. Los jóvenes necesitan saber las razones doctrinales y empíricas respecto a sus dudas.

Los cuestionamientos han estado siempre en la vida de la juventud en diferentes generaciones. Siempre preguntan porque quieren saber, preguntan porque quieren informarse, preguntan por el simple hecho de la curiosidad de escuchar lo que determinada persona piensa. O simplemente preguntan para encontrar a alguien, un líder, un pastor que les dé una pequeña pauta, un aliento, una esperanza para tener el respaldo de poder decir que alguien le dijo que no es tan malo del todo.