BUSCAR

Las consecuencias del conocimiento

En Jueces 2:6-10 podemos encontrar un contraste específico entre dos generaciones: la fidelidad de la generación de los días de Josué y la infidelidad de la generación subsecuente; como también la importancia de la enseñanza continua.

El pasaje relata:

6 Y Josué despidió al pueblo, y los hijos de Israel fueron cada hombre a su heredad para poseer la tierra. 7 Y el pueblo sirvió a Jehová todos los días de Josué, y todos los días de los ancianos que sobrevivieron después de Josué, los cuales habían visto toda la gran obra que Jehová había hecho por Israel. 8 Y murió Josué, hijo de Nun, siervo de Jehová, a la edad de ciento diez años. 9 Y lo sepultaron en el territorio de su heredad, en Timnat-sera, en las montañas de Efraín, al norte del monte Gaas. 10 También toda aquella generación fue reunida a sus padres; y se levantó otra generación después de ellos que no conoció a Jehová, ni la obra que había hecho por Israel.

Aquí se pueden observar cuatro unidades que componen el texto:

Dos generaciones manifestadas en Israel (Jue 2: 6-10)

    1. La dispersión del pueblo a su heredad (2:6)
    2. La obediencia del pueblo (2:7)
    3. La muerte de Josué y su entierro en su heredad (2:8-9)
    4. La desobediencia de la siguiente generación (2:10)

Este bosquejo presenta algunos paralelismos. La unidad B y D terminan con referencias a “la gran obra que Jehová había hecho por Israel”. Este patrón aumenta el contraste entre Josué, junto con las personas de su generación quienes “sirvieron” a Jehová, y la generación infiel que no “conoció” a Jehová. “Servir” es ricamente contrastado con “no conoció”.

Aquí se puede reconocer la división del narrador de la historia temprana de Israel en la tierra en tres eras: (1) Los días de Josué, caracterizados por el tiempo de la gran obra de Jehová donde la respuesta de Israel fue servir a Jehová. (2) Los días de los ancianos quienes sobrevivieron a Josué, que se caracterizaban por los recuerdos de la gran obra que Jehová había hecho donde la respuesta fue servir a Jehová. (3) Los días después de los testigos sobrevivientes, cuya característica fue que ellos no conocieron la gran obra que Jehová había hecho y cuya respuesta fue no servir a Jehová.

El verbo “servir”, habla de funcionar como agentes de Jehová sirviéndole particularmente en culto de adoración.[1] Esta palabra indica una forma de vida que honra adecuadamente a Jehová. Esto involucra adoración y fidelidad solamente a él (Dt 6:4; Éx 20:3; Dt 5:7).

De hecho, en el inicio de su liderazgo, Josué había tenido el “libro de la ley” puesto en sus manos por Moisés y le dijeron que debía ser cuidadoso en obedecer todo lo que estaba escrito en ella (Jos 1:7-8), y eso hizo el fiel servidor de Jehová. Al final del libro de Josué, Josué también es llamado “el siervo de Jehová” y esta frase indica la sumisión de su vida entera y carácter (Jos 24:29).

La “gran obra que Jehová había hecho por Israel” y que esa generación “había visto”, fue la entrega de la tierra a Israel por medio de Josué.[2] Y también se refiere al Éxodo de la esclavitud en Egipto.[3] El adjetivo gadol (gran) suma lo impresionante que fue aquello que la gente vio.[4]

En este relato Josué es una figura ideal: “el siervo de Jehová”. En contraste, los israelitas de este período son caracterizados en masa con incontinencia religiosa (2:17), corruptos (2:19), y tercos u obstinados (2:19).[5] El título “siervo de Jehová” lo obtuvo primero Moisés y luego Josué. En otra parte, entre las figuras de la era de los jueces, solo Caleb es descrito como “siervo” (Nm 14:24).

Sin embargo, la transición entre los dos primeros periodos fue marcado por la muerte de Josué y por la partida del pueblo a su territorio tribal. Jueces 2:10 es testigo del aparente fracaso de la comunidad que mantuvo viva la memoria de los actos de gracia salvífica de Jehová. Los sacerdotes habían fallado en sus deberes de instrucción. Todo lo siguiente en el libro de Jueces es una consecuencia de la pérdida de memoria de Israel.[6]

En contraste a la generación anterior, de la segunda generación se dice: “no conocieron a Jehová, ni la obra que había hecho por Israel”. El resultado se anticipa: ellos “hicieron lo malo ante los ojos de Jehová y sirvieron a los baales” (Jue 2:11).[7] El punto del autor es que sin tal demostración del poder de Jehová la gente se volvió vulnerable a otras influencias.[8] La declaración marca el cambio de una era, respecto al tiempo y también a la situación y las relaciones, como queda claro en el v. 11.

Implicaciones modernas

El estudio de Jueces 2:6-10 presenta la repercusión que trae consigo “conocer las grandes obras” que Jehová realiza por su pueblo. Al igual que en aquella época, hoy el mundo está cambiando. La manera de vivir, las costumbres y las tecnologías no son las mismas. Por eso los líderes y la iglesia en general son llamados a proclamar las grandes obras que el Señor ha hecho en esta generación.

Cuando los sacerdotes no cumplen su labor de enseñanza las futuras generaciones pierden el rumbo. Porque cuando las personas pierden de vista la gracia de Dios, ellos pierden la vista de Dios y el sentido de sus obligaciones para con él. Por lo tanto, quienes conocemos tenemos el deber de compartir y enseñar a las nuevas generaciones.


[1] Block, “Judges, Ruth”, The New American Commentary, 6:122.

[2] Webb, The Book of Judges, 137.

[3] Robert G. Boling, Judges (New York: Doubleday & Company, 1969), 71.

[4] Lindars, Judges I-5: A new translation and commentary, 96.

[5] Lawson, “Judges and Ruth”, TNIVAC, 84-85.

[6] Block, “Judges, Ruth”, The New American Commentary, 6:122.

[7] Lawson,”Judges and Ruth”, TNIVAC, 87.

[8] Lindars, Judges I-5: A new translation and commentary, 97.

Compartir

Facebook
Twitter
Email
WhatsApp

Suscríbete

Archivo

Publicaciones mensuales

Lo más popular