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Más allá de Lutero: redescubrir el legado de Casiodoro de Reina

En épocas de celebración de la Reforma, es común celebrar los grandes logros e hitos de personajes como Martín Lutero, Juan Calvino y Ulrico Zuinglio. Estos reformadores tuvieron un gran impacto en los distintos lugares donde Dios les llamó a defender la verdad y luchar por una iglesia semper reformanda (siempre reformándose). No obstante, en muchos casos, se omiten ciertas realidades y personas que desvinculan dicha celebración de América Latina; pareciera que la Reforma ocurrió lejos, tanto en tiempo como en espacio.

Se podrían mencionar dos razones por las cuales se percibe así. Primero, hay poca referencia a los grandes desafíos que estos reformadores enfrentaron al intentar conciliar sus ideas con el poder político-civil, así como a los múltiples desencuentros y posiciones teológicas distintas que cada uno de ellos sostenía. Es bien conocido que Lutero y Zuinglio no lograron ponerse de acuerdo en el Coloquio de Marburgo debido a sus posiciones opuestas sobre la Cena del Señor.[1] También es sabido que dentro del movimiento protestante surgieron posturas que parecían irreconciliables. No todo fue color de rosa, fácil o sencillo. Desde las controversias que Lutero enfrentó cuando Thomas Müntzer lideró la revuelta de los campesinos hasta las dificultades para conciliar las múltiples corrientes que emergieron tras su ruptura con la autoridad papal: no fue un proceso sencillo en absoluto. Además, se cuentan con eventos fascinantes, aunque en muchos casos olvidados, tales como el intercambio literario y teológico entre Lutero y Erasmo, y el acercamiento y diálogo de Felipe Melanchthon con la iglesia ortodoxa.[2] Hay, pues, mucho por decir y aprender de esos momentos tensos, difíciles y en ocasiones olvidados, pero también apasionantes.

Segundo, en América Latina, las figuras comúnmente asociadas a la Reforma son personajes de gestas admirables, sin duda, pero personajes que no hablaron ni escribieron en el idioma de Cervantes, Lope de Vega y Quevedo (el español). Los relatos hablan de Alemania, Suiza, Francia e Inglaterra. España, y por consiguiente América Latina, queda en el olvido. Los lazos que unen a Hispanoamérica con la Reforma parecen ser solo contactos indirectos: aquellos responsables de la evangelización fueron resultado de la Reforma. Pero parece que, aunque existen, no son lazos directos con la Reforma. Al mismo tiempo, y a pesar de lo anterior, celebramos las vidas de aquellos que tradujeron la Biblia a su idioma, como Lutero al alemán o John Wyclif al inglés, pero pareciera que olvidamos al traductor de la más preciada (o distribuida) versión en español.

Es en medio de esa realidad y esos desafíos que la figura de Casiodoro de Reina brilla con luz propia: un personaje que tuvo contacto directo con varios de los reformadores mencionados. Un personaje que también tradujo la Biblia a su idioma, y un personaje que, a diferencia de muchos otros, buscó la conciliación y la unidad a pesar de las diferencias doctrinales.

Martín Lutero tenía 37 años cuando Casiodoro de Reina nació en Sevilla (o en alguna región de Extremadura) en 1520.[3] Se sabe poco de su infancia y educación, pero sí se conoce que en su juventud ingresó en el monasterio jerónimo de San Isidoro del Campo, en Sevilla. Es posible que ya tuviese alguna formación previa y que en el monasterio ocupase alguna posición de autoridad o, al menos, de respeto.[4]

En esa época, en España tenían mucha influencia las ideas humanistas de Erasmo de Róterdam. Esas ideas terminaron germinando distintos movimientos dentro de España, y muchos de sus libros tuvieron buena acogida. Fue dentro de uno de esos grupos que acogieron las ideas reformadoras donde Casiodoro de Reina y varios miembros del monasterio de San Isidoro del Campo encontraron su encrucijada. Tenían la opción de quedarse y posiblemente sufrir a manos de la Inquisición, o podían huir. Decidieron huir ante el inminente peligro que corrían si se quedaban en España. No se sabe mucho sobre la manera en que salieron de España, pero lograron escapar y llegar a salvo a Ginebra, donde Casiodoro de Reina prosiguió su labor.

No obstante, en esos días de la Reforma, no todo era color de rosa en los territorios protestantes. Un hombre llamado Miguel Servet (español, como Casiodoro) había sido ejecutado recientemente con la aprobación de Juan Calvino. ¿Su crimen? Cuestionar la Trinidad. En esa época convulsa, alguien que huía de la persecución por parte de la iglesia en el poder esperaba encontrar en suelo protestante cobijo y protección, a pesar de tener, como se lee arriba, importantes diferencias doctrinales. Tristemente, ese no fue siempre el caso.

El caso de Servet y la persecución por parte de protestantes lamentablemente no fue un caso aislado. Durante la Reforma, hubo grupos que cuestionaron no solo al poder religioso, sino también al poder político desde la fe. Uno de esos grupos fueron los anabaptistas. Ellos creían que las personas debían tener libertad de conciencia respecto a las ofrendas y diezmos, y que ningún verdadero seguidor de Jesús debía practicar la violencia, incluso actuando bajo la autoridad estatal. Deseaban llevar las enseñanzas de Jesús a su última y más pura forma, según su entendimiento. Por ende, tampoco observaban el bautismo de infantes.

Tristemente, muchos de ellos no encontraron el cobijo ni la acogida adecuados en los lugares donde los protestantes ejercían el poder político. En la Zúrich de Zuinglio, Félix Manz fue condenado a morir ahogado por sus ideas anabaptistas, y no fue el único. Otros anabaptistas también sufrieron persecuciones crueles por parte de grupos protestantes que se consideraban menos “radicales”. Esto evidenció que la libertad de conciencia que tanto anhelaban y promovían los protestantes no se extendía a todos.

Casiodoro de Reina no concordaba con eso. Él creía que la libertad de conciencia debía otorgarse a todos, incluso a aquellos con ideas con las que él estaba en desacuerdo (como Miguel Servet). No obstante, el espíritu de la época tenía poca paciencia para moderados como él. Producto de ello, tuvo varios momentos de tensión durante su estancia en la Ginebra de Calvino. Un hombre llamado Sebastián Castellion disputó ardientemente contra Calvino y Teodoro de Beza por su intolerancia hacia Servet. Publicó un tratado refutando y exhortando a Calvino a actuar de una manera más cristiana. Lamentablemente, no logró mucho. Para Beza, esas posturas radicales debían ser perseguidas por el bienestar de la sociedad en general, ya que sostenerlas llevaría a muchos a la perdición. No podían darse el lujo de permitir libertad total de pensamiento y expresión.

Ante esto, Casiodoro se opuso y se mantuvo firme: defendió que los anabaptistas debían ser considerados como hermanos. Tradujo al castellano y publicó entre los refugiados españoles en la ciudad el De haereticis an sint persequendi de Sebastián Castellion.[5] Aunque Casiodoro tenía diferencias con los anabaptistas, como su postura más conservadora en el bautismo, sostenía que la libertad cristiana debía prevalecer, ante todo. En este aspecto, verdaderamente fue un adelantado a su época. A pesar de que, para muchos, los anabaptistas no podían ser considerados hermanos en la fe, Casiodoro extendió la mano amiga, entendiendo que las diferencias periféricas no alteraban el núcleo de su fe ni lo esencial de la doctrina. Por lo tanto, la traducción del tratado de Castellion fue, para él, un recurso necesario para que otros conocieran la importancia de la libertad cristiana.

En cuanto a la Biblia, ya había sido traducida al español antes de la obra de Casiodoro. La primera fue la Biblia Alfonsina, traducida del latín al español antiguo a finales del siglo XIII. Sin embargo, esa Biblia y las subsecuentes traducciones, como las de Valdés y el Nuevo Testamento de Encinas, no estaban disponibles para el público en general; tenían circulación limitada y eran traducciones desde el latín, en lugar de del griego. Por ello, Casiodoro se empeñó en esta labor y finalmente logró publicar su Biblia, conocida como la “Biblia del Oso”, el 24 de junio de 1569. Este primer tiraje consistió en 2,600 ejemplares y utilizó el Textus Receptus griego de Erasmo de Róterdam para el Nuevo Testamento.[6]

Más tarde, Cipriano de Valera, amigo de Casiodoro desde tiempos de San Isidoro del Campo, revisaría este texto, dando origen a la traducción Reina-Valera en 1602. La lengua española utilizada en esa traducción ha sido reconocida durante muchos años por su belleza literaria. Sin duda, el trasfondo educativo de Casiodoro de Reina influyó en la riqueza y precisión de muchos de los pasajes de su Biblia.

Precisamente esa versión fue la que utilizó Lorenzo Lucena Pedrosa en 1862, 260 años después, para actualizar el español y publicar una nueva edición que emplearían los protestantes españoles en el exilio. Posteriormente, la traducción Reina-Valera pasó por revisiones en 1909, 1960 y 1995, siendo la de 1960 la que ha tenido un mayor impacto en la evangelización y el uso en América Latina en los años recientes.

Casiodoro de Reina falleció en 1594, sin poder imaginar el enorme impacto que su traducción de la Biblia tendría. La versión más utilizada en el mundo evangélico fue el resultado de un arduo esfuerzo, una defensa férrea de la libertad y un compromiso total con sus convicciones cristianas y su fe en Dios.

Por lo tanto, es responsabilidad de quienes conmemoramos la Reforma traer de vuelta el legado de Casiodoro de Reina, imitando su valeroso compromiso y su alta consideración de la Biblia como Palabra de Dios. Hoy más que nunca, en un mundo relativista, intolerante y sin compromiso, su legado sigue brillando.


[1] Es importante destacar que las diferencias teológicas en cuanto a la comprensión de la presencia de Cristo en la Eucaristía van mucho más allá de una simple explicación sobre los elementos, la sustancia y la materia.

[2] Cameron Davis, “Reformation 500: When Reformers Sought Accord With The Orthodox” en Orthodoxy in Dialogue.

[3] Doris Moreno, Casiodoro de Reina: Libertad y tolerancia en la Europa del siglo XVI, 10-

[4] Ibid, 12.

[5] Casiodoro de Reina, 93.

[6] BITE, “Casiodoro de Reina: Pastor, erudito y traductor de la Biblia al español” https://biteproject.com/casiodoro-de-reina/

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