La pandemia ha logrado que muchos jóvenes talentosos y deseosos de servir en la iglesia se involucren en los nuevos ministerios digitales que ahora son cosas normales en todas las iglesias. ¿Quién iba a pensar, hace tan solo unos cuantos meses, que los profesionales de la computación, los ingenieros en sistemas, los técnicos en multimedia serían tan necesarios e imprescindibles en la iglesia hoy? ¿Qué haríamos sin ellos ahora? Prácticamente todos ellos hacen su trabajo en forma voluntaria. No sé si alguna iglesia ha contratado formalmente como parte de su personal a estos profesionales.
Prácticamente todo lo que la iglesia está haciendo hoy en asuntos ministeriales, administrativos, promocionales y de relaciones pasa por estos profesionales digitales. Hoy más que nunca dependemos de la tecnología digital y de los técnicos y profesionales de estas nuevas ciencias. El trabajo que estos profesionales están haciendo requiere no solo habilidad y experiencia, sino, sobre todo, tiempo. Se invierte mucho tiempo para diseñar las actividades, para mantener control y eficiencia en las conexiones, para ensamblar virtualmente la alabanza con los músicos y los cantantes. ¡Es muchísimo trabajo! Estos muchachos lo están haciendo con entusiasmo, de buena gana y voluntariamente. ¿Cómo ha sido el trabajo “voluntario” y “asalariado” dentro del ministerio cristiano en el pasado? ¿Hay enseñanzas bíblicas que pueden orientarnos hoy?
Un poco de historia
En los primeros siglos de la iglesia cristiana prácticamente todos los ministerios eran hechos por voluntarios, excepto unos pocos “profesionales” del ministerio que estaban encargados de iglesias en ciudades importantes, debido a su tamaño y al alcance de sus ministerios. La mayoría de iglesias estaban en hogares y eran atendidas por los dueños de casa, en muchos casos eran mujeres, quienes atendían la iglesia en medio de sus otras ocupaciones con la que se ganaban la vida. A medida que la iglesia crecía en número e influencia y llegó a ser reconocida oficialmente por el imperio, la iglesia se fue “profesionalizando” en sus ministerios. Así el oficio de obispo llegó a ser el más importante y surgen los ministros locales y regionales.
Cuando la Iglesia Católica Romana se organiza allá por el siglo VII se va centralizando la autoridad en el obispo de Roma, quien llega a ser el papa y luego, en forma jerárquica se establecen los puestos y las funciones de los ministros. Los “laicos” poco o nada hacían en el ministerio oficial de la iglesia, aunque siempre hubo ayudantes de los sacerdotes que hacían alguna labor secundaria de manera voluntaria. Así transcurrió toda la Edad Media con una clara distinción entre los clérigos que eran los profesionales del ministerio y que vivían de ello y los laicos que casi no hacían nada y, cuando hacían algo, era voluntario.
Con la llegada de la Reforma Protestante del siglo XVI cambió el concepto del ministerio y se habló del concepto bíblico del sacerdocio universal del creyente. Con esto se enseñaba que todo creyente puede ministrar, sin necesidad de la mediación de un sacerdote. Bueno, en teoría eso estuvo bien, pero en la práctica siguió la distinción entre los clérigos y los laicos; unos recibiendo sostenimiento de la iglesia y los otros no. El concepto de “voluntariado” no se usaba en el pasado, porque se entendía que todo creyente era un servidor natural de la iglesia y así se ha manejado el ministerio de los “laicos” desde tiempos de la Reforma. Las iglesias locales y denominacionales se han organizado básicamente de la misma manera desde entonces en términos de ministerios. Hay ministerios realizados por los ministros profesionales (pastores, maestros, consejeros, predicadores) que son sostenidos económicamente por la iglesia y los ministerios realizados por los creyentes laicos que son “voluntarios”. ¿Cómo se reconocen los ministerios de voluntarios en la época actual? ¿Hay orientación bíblica al respecto?
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