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La autenticidad

Iniciamos un Año Nuevo 2023 con muchas expectativas, incertidumbres, desafíos, rumores de recesión, inflación y más guerra. Sin embargo, una de las cosas que me alienta a continuar con la tarea de formar el intelecto es que también será un año de una profunda búsqueda por la autenticidad o veracidad.

Según varios medios periodísticos y digitales que tuve la oportunidad de leer a fines del 2022 e inicio del 2023 como, por ejemplo, la agencia de marketing y comunicación española «La Caja Company», sostienen que: 

Una de las palabras más utilizadas en las redes sociales (aunque no sin causa) es la autenticidad. Los contenidos auténticos, las publicaciones compartidas en tiempo real, las personalidades y los cuerpos con los que los usuarios de las redes sociales pueden identificarse han pasado a ser no sólo una expectativa, sino una demanda.[1]

Esto quiere decir que la búsqueda por lo genuino, veraz o verdadero será un alto distintivo de las exigencias de los consumidores de cualquier tipo de producto, política pública o fenómeno cultural. 

Esta realidad me lleva no menos a reflexionar en una de las preguntas más elementales de la historia de la civilización: ¿Qué es la verdad? Existen muchas formas y diferentes campos en las ciencias fácticas y del espíritu para responder a esta pregunta. Sin embargo, en esta oportunidad me sitúo a manera de esbozo en la tradición judeocristiana.

Interesantemente, el primer teólogo que intentó una exposición sistemática del concepto de la verdad fue Agustín de Hipona. Su objetivo inmediato era refutar al escepticismo de su época. Él decía que «si la mente del hombre no es capaz de comprender la verdad, particularmente, si el hombre no es capaz de comprender la verdad acerca de Dios, entonces la moralidad y la teología son imposibles».[2]

En ese sentido, cuando nos adentramos a estudiar el término en la literatura bíblica podemos apreciar que la palabra más común en el Antiguo Testamento para «verdad» es emeth. Su significado incluye objetividad y validez además de fidelidad, solidez y confiabilidad.

En el caso del Nuevo Testamento, las palabras más comunes asociadas con la locución verdad son: alētheia, «verdad», alēthēs, «verdadero», alēthinos, «real», alētheuō, «decir la verdad», y alēthōs, «verdaderamente».

Estos términos bíblicos según Elliot Ritzema se utilizan en tres sentidos:

(1) Como objetividad. La palabra verdad se puede usar para transmitir un sentido de estar de acuerdo con los hechos o la realidad, como opuesto a estar equivocado o a ser falso.
(2) Como fidelidad y confiabilidad. Aunque la verdad como fidelidad y confiabilidad es más común en el Antiguo Testamento, se usa también en el Nuevo Testamento en Rom 3:4, 7, y 15:8.
(3) Como realidad. La verdad se puede usar para describir aquello que es real y genuino, como opuesto a la mera imitación.[3]

Y así, estas acepciones bíblicas llevaron a Agustín de Hipona a distinguir por lo menos cuatro sentidos fundamentales de la palabra en cuestión:

Primero, verdad es la afirmación de lo que es; p. ej. tres veces tres es nueve, y David fue rey de Israel. Segundo, toda realidad (particularmente las ideas inmutables, suprasensibles) puede considerarse como una afirmación de sí misma: es real cuando merece el nombre que reclama. En este sentido la belleza y la sabiduría son verdaderas. Tercero, la Palabra de Dios, Jesucristo, es la Verdad porque él expresa al Padre. Y cuarto, en el reino de los objetos sensibles, tales como las plantas y animales, existe un reflejo, pero sólo un reflejo, de las realidades primarias del punto segundo señalado antes.[4]

Y de esa manera, en la tradición cristiana la verdad se constituyó en un auténtico camino hacia la libertad: «la verdad os hará libres» (Jn 8:32). Además, «la verdad no puede ser separada del Señor Jesús, que es “el camino, y la verdad, y la vida”. Él es la verdad, por cuanto es la revelación personal de Dios al hombre».[5]

En síntesis, la verdad en el pensamiento cristiano no está divorciada de sus principios morales y espirituales y el punto de encuentro es Jesús. Sus palabras y sus ejemplos nos llevan a concluir que Jesús no solo es la causa de la vida sino también de la verdad.

Por todo ello, estimado lector, quisiera invitarle este 2023 a hundir las bases de su autenticidad o veracidad en la figura, mensaje y persona de Jesús de Nazaret. Él es la clave y el corazón de la verdad, y todas las verdades menores se relacionan con él, y manan de él. En términos concretos, Cristo es la revelación de la verdad en Dios (Jn 14:6-9) y por ello necesitamos fundamentar nuestras acciones e ideas en Él.

¡Ánimo, que el Señor les bendiga este 2023!


[1] https://lacaja.company/ blog/tendencias-de-redes-sociales-2023-que-marcaran-los-proximos-anos/ (Consultado el 9 de enero 2023).

[2] Gordon H. Clark, “Verdad”, ed. Everett F. Harrison, Geoffrey W. Bromiley, y Carl F. H. Henry, Diccionario de Teología (Grand Rapids: Libros Desafío, 2006), 634.

[3] Elliot Ritzema, “Verdad”, Diccionario Bíblico Lexham, ed. John D. Barry y Lazarus Wentz, (Bellingham: Lexham Press, 2014).

[4] Gordon H. Clark, “Verdad”, Diccionario de Teología, 634.

[5] Samuel Vila Ventura, Nuevo diccionario bíblico ilustrado (Barcelona: CLIE, 1985), 1191.

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