¡Juntos podemos realizar un cambio! Haz una donación hoy a Instituto CRUX CLIC AQUÍ PARA DONAR
¡Juntos podemos realizar un cambio!
Haz una donación hoy a Instituto CRUX
Desde el año 2007, con el regreso de Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo a la presidencia de Nicaragua, la democracia en el país centroamericano ha sufrido un colapso. Es fundamental observar que, en una comunidad democrática, garantizar la libertad de expresión y la libertad religiosa son pilares esenciales. A partir de 2018, cuando el pueblo nicaragüense se levantó en protestas antigubernamentales, la represión contra la ciudadanía aumentó a niveles históricos. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos reporta más de 350 muertos durante la represión gubernamental entre abril de 2018 y julio de 2019, mientras que organizaciones nacionales estiman más de 700 muertos y 4,000 heridos.
Pero, ¿qué ha sucedido en los últimos dos años?
Cárcel, migración forzada, exilio y destierro han marcado la vida de aquellos que lideraron, convocaron y participaron en las protestas, muchos de ellos estudiantes universitarios.
¿Y la iglesia? ¿Qué ha pasado con ella?
Con el fin de evitar nuevas protestas, el gobierno ha ejercido un control autoritario sobre las organizaciones no gubernamentales (ONG) y, por extensión, sobre las instituciones religiosas y los ministerios paraeclesiásticos. Muchas instituciones religiosas han sido cerradas arbitrariamente y confiscadas, como la Universidad Politécnica de Nicaragua (UPOLI), que pertenecía a la Convención Bautista, y la Universidad Centroamericana (UCA), de origen jesuita, la cual fue la primera universidad privada en Nicaragua y en Centroamérica. El Ministerio del Interior ha anulado la personería jurídica de radios cristianas, asociaciones de iglesias, televisoras, etc. Se estima que cerca de 400 organizaciones religiosas han sido eliminadas entre 2023 y 2024. Por otro lado, las procesiones religiosas están restringidas y cualquier concentración de carácter religioso debe contar con la aprobación gubernamental. En las semanas recientes, a finales de agosto e inicios de septiembre de 2024, el gobierno cerró y expropió la primera iglesia bautista de Nicaragua, junto con otras 130 organizaciones eclesiales. Además, ha desterrado a más de 100 personas, incluidos sacerdotes católicos y pastores evangélicos.
El control religioso impuesto por la dictadura Ortega-Murillo ha llevado a incluir a Nicaragua en la Lista Mundial de Persecución de la organización Puertas Abiertas (PA). Entre 2023 y 2024, el país subió 20 posiciones, situándose en el lugar 30 a nivel mundial. Según PA, “los líderes cristianos y algunos creyentes comprometidos sufren frecuentemente la hostilidad gubernamental y se enfrentan a persecuciones, detenciones arbitrarias, condenas injustas, expulsiones, exilios forzosos, cierres y expropiación de las propiedades que gestionan con fines cristianos”.
El evangelio y la persecución
El tema de la opresión y persecución está presente desde el inicio del ministerio de Jesús. Al inicio de sus primeras enseñanzas públicas, Jesús hace una bendición intrigante. Él dice:
“Dios bendice a los que son perseguidos por hacer lo correcto, porque el reino del cielo les pertenece. Dios los bendice a ustedes cuando la gente les hace burla y los persigue y miente acerca de ustedes y dice toda clase de cosas malas en su contra porque son mis seguidores. ¡Alégrense! ¡Estén contentos, porque les espera una gran recompensa en el cielo!” (Mt 5:10-12 NTV).
Al leer este verso, surgen preguntas: ¿Por qué está presente esta bendición? ¿A causa de qué es esta bendición? Permítame resaltar tres elementos:
Primero, es necesario recordar que esta frase culmina una serie de características que deben presentar los seguidores de Cristo. Son particularidades de vida que evocan una vida virtuosa según los parámetros del reino de los cielos. Desde Mt 5:3, se configura el carácter del discípulo. Esta sección termina con una inquietante paradoja. La burla, persecución y calumnias fácilmente pueden considerarse maldiciones, algo que nadie desea vivir. Sin embargo, los discípulos de Jesús que experimentan esto son llamados “benditos”, es decir, receptores de la bondad divina. En los momentos más oscuros, como el hostigamiento y la persecución, las palabras de Jesús deben resonar: “Dios los bendice”.
Segundo, el sufrimiento que se experimenta no es por causa propia. Dios promete una bendición para aquellos que sufren por hacer lo correcto. Esta experiencia trágica ocurre porque el seguidor de Cristo brilla en medio de los perversos. En un entorno donde se valoran la injusticia y el abuso del poder, la iglesia está llamada a promover lo bueno, la justicia y la misericordia (Deuteronomio 32:4; Miqueas 6:8-10). La iglesia sabe que está haciendo lo correcto no cuando recibe la aprobación o alabanza de un gobierno, sino cuando está en el centro de la voluntad de Dios. Si estar en el centro de la voluntad de Dios significa denunciar los poderes malignos de este mundo y enfrentar oposición, debemos ser conscientes del llamado profético que tiene el pueblo de Dios. A pesar de que las circunstancias puedan parecer adversas, ante los ojos del Creador se nos dice: “Bien, buen siervo fiel” (Mt 25:21-23). Recordemos que no debemos temer a los poderes de este mundo: “No temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno” (Mt 10:28).
Cuando la iglesia alza la voz contra la maldad, la corrupción y el abuso de poder, los poderes de la maldad tambalean. Si, como discípulo de Cristo, centramos nuestra atención en escapar del mundo perverso e ignorar la realidad, no tendríamos ninguna razón para confrontar a los poderes de este mundo, y ellos no tendrían motivo para enfadarse con nosotros (Tom Wright, Creation, Power and Truth: The Gospel in a World of Cultural Confusion, 43). Sin embargo, como iglesia, debemos señalar la maldad que reina en nuestras comunidades. Y si, por hacerlo, eres perseguido, ¡Dios te dice: bendito!
Tercero, existe una esperanza sublime: “el reino de los cielos les pertenece”. Estoy seguro de que los primeros cristianos, que sufrieron una de las persecuciones más horrendas de la historia, tenían estas palabras en mente. Ellos fueron apedreados, llevados a juicio, encarcelados, exiliados, crucificados y muertos en el circo romano por ir en contra del imperio. Clemente, líder de la iglesia en la próspera ciudad romana de Alejandría, comprendió esta bendición así: “Bienaventurados los perseguidos por mi causa, porque tendrán un lugar donde no serán perseguidos” (Clemente de Alejandría, Strom. 4:6 en ANF2). El reino de los cielos es ese lugar que ya les pertenece y en donde no serán perseguidos.
Alegría en la oscuridad
Creo que no hay palabras más difíciles de comprender que estas: ¡Alégrense! ¡Estén contentos! Jesús toca el corazón de sus oyentes en aquel monte con estas palabras: eres bendito, en medio del hostigamiento, opresión y persecución ¡eres bendito! El contentamiento descrito en estas palabras invita a ver más allá de la oscuridad, a ver dónde está la recompensa, a ver el reino.
“Nuestro gozo y alegría han de sobrepasar todos los límites ordinarios cuando se nos honra con la condecoración de la cruz”, Ch. Spurgeon.