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Los criterios de la era digital y secular del siglo XXI para la mujer es una realidad vaga e imprecisa. Al estudiar la historia, el contraste de las condiciones que la mujer enfrentó en la antigüedad es evidente. Ahora, el discurso secular remarca que se poseen libertades, derechos, voz y voto. Por una parte, esto es cierto. Se alienta a la población femenina a reclamar esta nueva libertad de “ser dueña de sí”.
Paradójicamente mientras se busca la manifestación de esta libertad respecto a la feminidad se busca así mismo la anulación de esta. El aborto, la renuncia a los roles femeninos socialmente sugeridos, e, incluso el rechazo de las condiciones biológicas para “decidir no ser mujer”.[1]
Cuando se adentra en la problemática para buscar datos que corroboren, si las condiciones de vida para las mujeres han mejorado, el panorama se presenta confuso, pues el diagnóstico depende de la organización consultada. Por una parte, en la integración económica y la globalización han sido benignas para la mujer de hoy. La actividad empresarial y emprendedora de las mujeres se ha duplicado en las últimas dos décadas. Nunca en la historia había habido tanta participación de mujeres en puestos ejecutivos o gubernamentales. Las empresas son más anuentes e incluso entusiastas para integrar mujeres en puestos operativos que antes no habrían tenido.[2]
Ciertamente la expectativa de vida y las condiciones femeninas han mejorado respecto al pasado. Es aquí donde se vuelve contradictorio constatar que una de cuatro mujeres en América Latina y el Caribe han experimentado violencia física o sexual por parte de su pareja en los últimos doce meses.[3] Además, la región latinoamericana tiene la segunda tasa más alta de embarazo de adolescente en el mundo. De estas cifras las más altas pertenecen a la región Centroamericana. Adicionalmente, la brecha salarial y la desigualdad en condiciones de contratación sigue siendo también una realidad que afrontan las mujeres al insertarse en el mundo laboral.
¿Pueden las mujeres ser independientes, pero seguir siendo objeto de violencia al mismo tiempo? ¿Cómo es que ahora las mujeres pueden entrar al mundo profesional y laboral, pero aun así son estadísticamente más propensas a vivir en la pobreza que los hombres? Esta ambigüedad en los datos no es accidental. No quiere decir que las fuentes de información no sean fidedignas; ni tampoco tiene que ver con la credibilidad de las organizaciones que realizan estos estudios. La discrepancia entre los datos es el síntoma de un contexto posmoderno, cientificista, y esencialmente, materialista.
El ejercicio reflexivo de la cultura occidental continúa proponiendo que la moral es subjetiva. Es decir, todo es admisible y permitido porque todo puede ser justificado mediante la selección de las premisas correctas y el ordenamiento de las palabras en un discurso consistente y estratégico. De aquí, que lo único comprobable es lo que podemos tocar, y en este sentido, la riqueza material radica en la máxima expresión de bienestar para un individuo pues es lo que podemos medir.
La priorización de la productividad del individuo ha hecho que a las mujeres se les permita acceder a nuevas oportunidades de empleo porque es beneficioso para la acumulación de capital y el desarrollo económico. Demográficamente las mujeres siempre han representado una parte importante de la población potencialmente productiva. Al incluirlas dentro del sistema productivo, se adhieren al ciclo de producción y consumo, y así contribuyen a la generación de riqueza. Cada vez hay más campañas para influir en la ideología, en el pensamiento y en los patrones de consumo, donde el objetivo es el público femenino. Esto es consecuente con los aprendizajes de la ciencia: las mujeres poseen una naturaleza reflexiva gracias a los procesos cerebrales que poseen, orientados a la categorización y a la reflexión de la información adquirida.[4]
El estudio de la vida en sociedad de la mujer de hoy deja diferentes aprendizajes. Algunos de estos son ambiguos, pero siguen siendo congruentes con un marco referencial que comprende de forma objetiva la naturaleza humana: Las Escrituras.
Vale la pena recordar que en un mundo de abundancia de “verdades”, la Verdad está a nuestro alcance. El retorno “a la Biblia” es una valiosa herramienta analítica debido a las similitudes con la problemática que encontramos en el presente. La Historia, esencialmente, se repite.
Examinar la perspectiva bíblica del propósito de la mujer brinda esperanza y luz respecto al presente porque amplía el panorama permitiendo identificar algunas tendencias. Por ejemplo, y como analogía, al ampliar el número de observaciones de los datos presentados inicialmente se nota que Centroamérica sí posee las cifras de violencia y embarazo adolescente más altos de la región latinoamericana, pero hay una tendencia a la baja en los mismos. La ampliación del horizonte temporal permite elaborar inferencias que alumbren el camino para las soluciones y los pasos a seguir para el abordaje de la problemática social femenina.
Recientemente hay más organizaciones involucradas activamente en el desarrollo de propuestas que trabajen con el potencial femenino. La solidaridad y la identificación con el otro son producto de la reflexión metafísica de individuos que cuestionan su realidad. Toda reflexión metafísica lleva implícita una reflexión teológica, consciente o inconsciente. Ya sea desde el ámbito religioso o secular, tanto del sector privado como público. La invitación es entonces a ampliar el panorama para poder identificar ámbitos de acción mediante reflexiones del entorno.
Ir a la Verdad en un mundo que cree haberla superado es encontrar mucha riqueza a la luz de las Escrituras. ¿Cómo? Por ejemplo, al examinar la narrativa de la creación se observa que Dios creó a la mujer como su obra final: añadió la “ayuda idónea” que sería apropiada para sojuzgar todas las cosas. La palabra hebrea en el Antiguo Testamento para ayuda idónea es Ezer, que se utiliza sólo dos veces para referirse a la mujer y 14 veces para referirse a Dios. “Ezer” es una expresión hebrea para designar la asistencia divina oportuna en el momento de la angustia y la aflicción. Generalmente la expresión describe la asistencia que Dios mismo brinda a su pueblo para librarlos cuando todo parece perdido. El rol de la mujer es la expresión de fortaleza y de la libertad divina. En medio de las circunstancias de este mundo, ella está diseñada para fortalecer al otro, desde el Otro. La naturaleza emocional y empática le ayuda en esta tarea de la construcción de mundo. Fuimos hechas con un propósito y nuestra naturaleza es parte de él.
[1] O, al menos este es el discurso de la ideología de género.
[2] Global Entrepreneurship Monitor (GEM) – Report Highlights 25 Years of Progress in Women’s Entrepreneurship https://www.gemconsortium.org/reports/womens-entrepreneurship
[3] Banco Mundial, Estudio de Perfiles de Género por país en América Latina y El Caribe (2025) https://www.bancomundial.org/es/region/lac/brief/country-gender-profiles-for-latin-america-and-the-caribbean
[4] Putrevu, Sanjay, “Sex differences in processing printed advertisements”. Psychol Rep. 2004 Jun; 94