
¡El nacimiento que cambió la historia!
Muchas veces podemos idealizar el pesebre y tener una idea pintoresca del nacimiento de Jesús, cuando en realidad fue una manera vulnerable su entrada a este mundo y no menor la forma como se fue del mismo.
Muchas veces podemos idealizar el pesebre y tener una idea pintoresca del nacimiento de Jesús, cuando en realidad fue una manera vulnerable su entrada a este mundo y no menor la forma como se fue del mismo.
Como lo expresaba Isaac Newton: «La vida en este mundo es solo un paréntesis en la eternidad». Lo importante no es cómo, dónde, cuándo y por qué muramos, sino hacia dónde vamos. ¡Gloria a Dios porque por el Niño de Belén tenemos esperanza!
En un mundo mercantilizado, que se mueve y gira con pasos vertiginosos, nos hemos acostumbrado a una sociedad que no conoce la quietud pues todo se ha convertido en ajetreo y carreras. Casi no hay tiempo para la quietud. Por eso, es importante reflexionar en medio de la pandemia y hacer un autoexamen de cómo nos hemos desenvuelto como creyentes y si realmente estamos descansando en Dios.
En Jesús se cumplen las profecías del varón sufriente de Isaías, el cual toma el camino del sufrimiento, del dolor, del sacrificio, de la angustia, de la vergüenza y aun de la maldición para rescatarnos de la muerte eterna, y todo esto lo hizo por amor
Hermano, «la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús» (Fil 4:7). Recordemos las palabras de san Agustín: «Confiemos el pasado a la misericordia de Dios, el presente a su amor y el futuro a su providencia. Descansemos en el Señor quien tiene el control y el cuidado de nosotros».
En otras palabras: sin pesebre no hay cruz, sin cruz no hay muerte, sin muerte no hay tumba, sin tumba no hay resurrección, y sin resurrección no hay salvación.
En cuanto a la verdad no podemos abandonarla, incluso si esto significa la pérdida de nuestras vidas, porque no vivimos para esta generación, sino para el Señor (Ulrico Zuinglio).
La Biblia es un libro que no solamente entretiene, divierte, embellece y da alegría a la vida de la persona; esta trae paz, aliento, esperanza, gozo, significado y razón de vida para todo aquel que quiera conocer la mente de Dios.
El privilegio, ventura y responsabilidad de ser padre… La familia es el lugar, sin duda alguna, donde se enseñan e inculcan los principios y valores éticos judeocristianos. Dentro de esta, los padres son los principales encargados de instruir y enseñar a los hijos los caminos de Yahvé.
Pablo sí comprendía a cabalidad lo que significaba no conformarse a las exigencias de la sociedad de ese momento…