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Comercialización justa y equitativa desde Deuteronomio, parte 2.

En la primera parte, abordamos cómo Deuteronomio establece principios clave sobre la justicia social, la equidad y la solidaridad dentro del pacto de Dios con su pueblo. En esta segunda parte, haremos una análisis contextual al pasaje en estudio.

Análisis contextual de Deuteronomio 25:13-16

Esta justicia mencionada en las leyes de Deuteronomio, para el pueblo de Israel, era importante en el desarrollo de vida y gestión de la tierra prometida. A pesar de todas las presuntas limitaciones de la época como analiza Georg Braulik,[1] son la base para el desarrollo de una comunidad que pasa de la esclavitud en Egipto, al nomadismo en el desierto, al sedentarismo en la tierra prometida.

La propuesta desde Deuteronomio es que solo mediante esta economía, con enfoque social y ético, pueden implementase las bendiciones establecidas en el Pacto, alcanzando una sociedad justa y sin pobres.[2] En Pr 16:11 se declara que “Las pesas y las balanzas justas son del Señor; todas las medidas son hechura suya”, de esta forma se alentaba a las personas a tener relaciones comerciales honestas y justas para el Pueblo de Israel, que eran las bases de su economía.

La teología del antiguo Israel se manifestó y legisló a través de leyes que intervenían la vida política, social y económica de este pueblo.[3] Esta teocracia hace que Dios intervenga en los asuntos más íntimos de su pueblo elegido, lo que puede ser un simple proceso comercial como el mencionado en Dt 25:13-15:

No tendrás en tu bolsa dos pesas diferentes, una más pesada que la otra. Tampoco tendrás en tu casa dos medidas diferentes, una más grande que la otra. Más bien, tendrás pesas y medidas precisas y justas, para que vivas mucho tiempo en la tierra que te da el Señor tu Dios.

Pero también se muestra la intervención divina en acciones importantes sobre el culto o la política del pueblo de Dios, que están registradas en la Biblia. 

Desde los tiempos de Deuteronomio hasta ahora, las medidas o estándares en los procesos comerciales son importantes, ya que garantizan la consistencia, la calidad y la eficiencia en la ejecución de la comercialización. Esto se debe a que las características (peso, tamaño, sabor entre otras) del producto son la base de la transacción entre ofertante y demandante. Esto puede generar satisfacción o rechazo por parte del cliente al sentirse defraudado por la transacción y generar conflictos por la deshonestidad. Por eso en Dt 25:16 se menciona “El Señor tú Dios aborrece a quien actúa deshonestamente”, como base de una comercialización justa entra las personas del pueblo de Israel.

Esta sección de la ley en Deuteronomio busca generar confianza y prevenir cualquier forma de deshonestidad y engaño comercial. A decir de Raymond Brown,[4] los coparticipes del Pacto con Dios deben tener un estilo de vida que refleja su naturaleza y atributos. Esta deshonestidad en la transacción comercial tiene relación amplia con la prohibición de no robar (Dt 5:19), ya que, al modificar los pesos o características del producto en el mercadeo, en beneficio del ofertante, se está robando al comprador. Por eso en Pr 21:3 se plantea que “Practicar la justicia y el derecho lo prefiere el Señor a los sacrificios”. Aquí se menciona que para Dios, la ética en de su Pueblo y seguidores es más importante que una vida religiosa, dando una interesante prevalencia a los valores en las relaciones comerciales.

Este tipo de prácticas fraudulentas a nivel comercial no eran un problema solo para el Israel de la época, también lo era para otros pueblos y naciones; era una tentación y mala práctica para comerciantes y banqueros el implementar engaños y fraudes. Por esto otros pueblos contemporáneos platearon normativas similares, como en el caso de Babilonia con el código de Hamburabi y con el código de Gilgamesh. En esta normativa se trataban los temas comerciales, y sobre las pesas y medidas. Por ejemplo, las instrucciones de Amenemopet, de origen egipcio, contenían una acusación hacia los comerciantes que implementaban estas malas prácticas.[5]

La motivación de incluir este tema en Deuteronomio y en otros libros del Antiguo Testamento, más allá de normar una realidad cotidiana como la estafa comercial a través de engañar en las medidas, buscaba contribuir en el desarrollo de una comunidad más honrada. Esto respondía a perspectivas divinas a corto y largo plazo; dado que el pueblo estaba próximo a entrar en la tierra prometida, donde su situación socioeconómica cambiaria, y necesitaban preceptos, para esto. Pues si entre judíos se engañan con actos deliberados como podía construir una sociedad fuerte y confiada en palabra.[6] Pero a largo plazo la visión era un Israel grande y próspero con perspectivas de desarrollo y comercialización con naciones vecinas, que también tenían que ver el testimonio del pueblo al Pacto.

En los sistemas productivos agrícolas básicos hasta nuestros días, en el siglo XXI, se usa la producción de alimentos para el consumo familiar y para la comercialización. Seguramente esta situación fue la que afrontó Israel al iniciar una vida y establecimiento en la tierra prometida. Por eso en la ley de Deuteronomio hay varias recomendaciones para no perder una gestión sostenible de la heredad regalada por Dios, incluso respetando a los animales de apoyo (Dt 25:4 [7]) o jornaleros que colaboraban en la producción (Dt 15:12-18).

La propiedad privada y los procesos comerciales eran nuevos retos en las relaciones humanas en la tierra prometida. Por esta razón, esta sección de Dt 25:13-16 trata este tema, prohibiendo malas prácticas comerciales, como la de usar balanzas y medidas diferentes o adulteradas. En esta época los judíos utilizaban unidades de medida como el shekel (siclos) para pesar cosas. El shekel era una unidad de peso que se usaba para medir el valor de bienes y servicios, así como para el intercambio comercial (como moneda). Según Elena Pulido Moreno y Alicia Arévalo González [8] existían: la norma real o “shekel del rey”, la norma del templo o “shekel del santuario” y la norma común o “shekel de mercado”. Esta medida era fundamental en la vida cotidiana de los judíos de este tiempo, ya que les permitía realizar transacciones mercantiles de diferentes productos y materiales.

El Israel de la tierra prometida,[9] en palabras de Brown,[10] empezó a desarrollar producción de: aceite, grano y vino; con el tiempo también metales que eran exportados a varias naciones cercanas. El planteamiento de preceptos de comercialización justa y honesta buscaba prevenir, tanto en las transacciones internas del pueblo, como en las externas con socios comerciales, malas prácticas de negocios. Para evitar incumplir el Pacto o permitir el ingreso de pecados como el robo o la codicia en el pueblo. Es interesante como lo menciona Brown,[11] que nunca se prohibió o instruyó a Israel a ser competitivos comercialmente, pero sí a no ser deshonestos o engañadores.  Con el pasar de los años y hasta la actualidad, el pueblo judío es famoso por sus facultades económicas y comerciales que nacieron en estos años de su historia.

En la siguiente parte, y última, abordaremos un análisis práctico de Deuteronomio 25:13-16, donde exploraremos cómo los principios de justicia y equidad establecidos en este pasaje pueden aplicarse a las realidades contemporáneas.


[1] Georg Braulik, “Una sociedad sin pobres. La ética de los pobres en el oriente antiguo y la visión bíblica”, Selecciones de teología-Sant Cugat del Vallès (2016).

[2] Braulik, Una sociedad sin pobres, 251.

[3] Álvaro Segundo Iglesias Arrieta, La ética de la contribución tributaria desde un estudio de Deuteronomio 14: 22-29 y su relevancia para hoy (2021).

[4] Brown Raymond, Deuteronomio (Barcelona: Andamio, 2011).

[5] John H Walton and Mark William Chavalas, Comentario del contexto cultural de la Biblia: Antiguo Testamento. Editorial Mundo Hispano (2004).

[6] Brown, Deuteronomio, 285.

[7] “No pongas bozal al buey mientras esté sacando el grano”

[8] Pulido Moreno Elena, and Alicia Arévalo González. ¿Cómo Medían En Gadir? Pesos Y Volúmenes Entre Los Siglos VY III AC“, Byrsa 29 (2017): 171-210.

[9] Dt 8:7 – 9 “Porque el Señor tu Dios te conduce a una tierra buena: tierra de arroyos y de fuentes de agua, con manantiales que fluyen en los valles y en las colinas; tierra de trigo y de cebada; de viñas, higueras y granados; de olivares, aceite y miel; tierra donde no escaseará el pan y donde nada te faltará; tierra donde las rocas son de hierro y de cuyas colinas sacarás cobre”.

[10] Ibid., 286

[11] Ibid.

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