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El sufrimiento a través de los ojos del apóstol Pablo

«El dolor es inherente a la misma existencia de un mundo en el que las almas pueden encontrarse».[1]

 C.S. Lewis

Se quiera o no, el dolor o sufrimiento forma parte de las fibras de la vida misma y ha estado presente, desde sus inicios, tanto en la reflexión como en la experiencia cristiana. Por lo tanto, es un tema que podemos abordar o que debemos reflexionar profunda y bíblicamente. Al leer la segunda misiva de Pablo a la iglesia de Dios en Corinto (1:1), no se puede negar que uno de sus principales argumentos es el tema del sufrimiento; de hecho, lo da por sentado desde los primeros versículos. La misma invocación de 1:3 será la llave para poder entender las diferentes analogías, ejemplos y comparaciones que hará el Apóstol sobre dicho tema: «Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación…».

El sufrimiento en 2 de Corintios

Existen por lo menos dos pasajes en la carta que instruyen sobre el sufrimiento (1:3-11 y 11:21b-30). Con respecto al primero, con la declaración presente en el v. 3, Pablo «apremia a todos los corazones doloridos y angustiados que busquen su fortaleza en Dios».[2] Es posible que el término «misericordia» se refiera a la preocupación compasiva de Dios hacia sus hijos. Además, la consolación en este contexto apunta a la seguridad de que Dios no está en contra de los que sufren, sino para ellos.[3] Parece claro que el Apóstol busca afirmar el carácter de Dios en su mensaje. Muchas veces en momentos de angustia el que sufre puede sentirse abandonado por Dios, pero Pablo ataca esta idea al recordar que Dios está por y para el que sufre, ya que él es compasivo y consolador.

Una segunda verdad presente en este párrafo es el propósito terapéutico de los que son objeto de consolación: «… consolar a los que están en toda aflicción, por medio de la consolación con que somos consolados por Dios» (1:4). Aquellos que son receptores del consuelo divino tienen la tarea de ser agentes de consolación a los que sufren aflicciones. En este sentido, «la iglesia tiene la divina encomienda de convertirse en fiel modelo del amor de Dios en el mundo y a favor del mundo. En esto consiste el significado y la permanencia de la afirmación de que la iglesia, como comunidad intermedia clave, está llamada a ser la comunidad sanadora por excelencia».[4]

Lo expuesto en 2 Co 1:8-11 presenta los conceptos, quizás, más paradójicos del sufrimiento: la confianza y la esperanza. Pablo mismo se pone como ejemplo al mencionar su experiencia en Asia. Recuerda que lo que experimentó fue más allá de sus propias fuerzas, pero reconoce que lo vivido ha tenido como propósito el confiar en Dios (1:9). Esta confianza es tan plena que el Apóstol sabe que el poder de Dios es incluso sobre la muerte. Para Pablo los sufrimientos, que en algunos casos lo han sobrepasado, le han llevado a experimentar consuelo, ser de consuelo, tener confianza y esperanza en el Dios que incluso resucita a los muertos.[5]

En 2 Co 11:21b-30, Pablo expone a sus lectores una lista de sufrimientos y peligros que ha experimentado. Esta lista no es nada sutil: pasa desde golpes con palos hasta naufragios. Sin embargo, en ningún momento se queja de esto. De hecho, en otra de sus cartas confiesa que ha aprendido a vivir en abundancia o escasez, y a contentarse cualquiera sea su situación (Fil 4:11-12). Es decir, los sufrimientos de Pablo han sido didácticos en su vida. La enseñanza que ha aprendido es su dependencia de Dios.

En momentos de crisis, el dolor o sufrimiento se vuelven exponenciales. Las preguntas no tienen respuestas, los problemas no tienen solución y no hay luz al final del camino. Pero en medio de todo esto Pablo hace un llamado difícil de asimilar, pero más difícil de ignorar: dependencia de Dios. La dependencia no se da en un vacío, se da en el conocer al Dios de la historia. En el pasado Pablo experimentó la bondadosa mano de Dios en medio de situaciones inimaginables, y es por eso que ahora, con toda autoridad, invita a sus lectores a depender del Dios compasivo y consolador.

Pablo finaliza su argumento (11:30) diciendo que si es necesario presumir algo, se jactaría de su debilidad, ya que en ella es donde el poder de Dios obra. Él reconoce que a pesar de una gran lista de aflicciones y sufrimientos está su gloria, gloria que se entiende por lo que él ha dicho (2 Co 1:7; 4:7-18) y dirá (2 Co 12:9-10): la esperanza es que estas aflicciones son pasajeras y que el Dios de consolación está para los que dependen de él.

El sufrimiento: enseñanza y significado

En primer lugar, el sufrimiento trae la oportunidad de ser consolados por Dios y de ser medio de consolación a otros. Aunque parece un atrevimiento la siguiente aseveración, Pablo ve con gozo (con propósito) el dolor que ha experimentado. Él no reniega de ello.

La confianza y la esperanza son conceptos ligados al sufrimiento. Recordar que el cristiano tiene la esperanza puesta en aquel que tiene poder para levantar a los muertos es la mayor declaración de garantía que puede haber en medio de situaciones de dolor y sufrimiento. En un mundo tan convulsionado, el consuelo, la confianza, la dependencia y la esperanza son semillas que crecen en medio de tierras de dolor.


[1] C. S. Lewis, El problema del dolor (Nueva York: Rayo, 2006), 93.

[2] Archibald T. Robertson, Comentario al texto griego del Nuevo Testamento (Barcelona: CLIE, 2003), 463.

[3] Frederick W. Danker, 2 Corinthians, ACNT (Minneapolis: Augsburg Fortress, 1989), 33.

[4] Daniel S. Schipani, Manual de psicología pastoral (Guatemala: Nuñez & Taylor, 2016), 20.

[5] La expresión del v. 9 («sino en Dios que resucita a los muertos») probablemente tiene su origen en la liturgia judía conocida como las «Dieciocho bendiciones», aunque para Pablo ahora se convierte en una insinuación claramente intencionada a la obra realizada por Dios en la resurrección de Cristo. Margaret E. Thrall, A Critical and Exegetical Commentary on the Second Epistle to the Corinthians, ICC (London: T&T Clark, 1994), 1:119.  Scott J. Hafemann, Comentario bíblico con aplicación NVI: 2 Corintios (Miami: Vida, 2016, versión Kindle).

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