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No otros dioses: apologética en tiempos difíciles

    El domingo 22 de octubre de 1939 la iglesia universitaria de Santa María de Oxford se hallaba repleto de estudiantes y profesores. La audiencia era muy grande y todos habían llegado a escuchar al orador. El tema de la disertación fue: “No otros dioses: cultura en tiempo de guerra”, y el conferenciante era C. S. Lewis.

    El estallido de la guerra ha iluminado la realidad de las cosas…y nos obliga a abandonar ilusiones optimistas sobre nosotros y el mundo; el realismo ha vuelto a reinar, vemos la clase de universo en el que hemos vivido y tenemos ahora que entendernos con él.[1]

    G. K. Chesterton dijo: “El problema con el cristianismo no es que se haya probado concluyendo que era difícil, sino que, se vio difícil y se dejó sin probar”.[2] Esto no quiere decir que la humanidad no necesite de religión o espiritualidad, sino que la busca en el lugar incorrecto.

    Con estos argumentos, el panorama actual es claro, vivimos rodeados de dioses, pero filosofamos sobre la totalidad de lo real y sobre el ser; teologizamos desde la perspectiva del Dios revelado; nos maravillamos y gozamos en esa revelación con una fe puesta en Jesucristo, entonces: nuestro “mero cristianismo” vendrá a ser un “destructor de los dioses” de nuestra época.[3]

    Mero cristianismo

    C. S. Lewis, autor de la maravillosa obra Narnia, encontró en los escritos de un puritano llamado Richard Baxter la inspiración para el título de su obra Mero Cristianismo. En esta obra Lewis plasma lo que es considerado como las creencias fundamentales o centrales que los cristianos creen nos pueden llevar a la unidad. Por eso como dice Frank Turek, en su libro Robándole a Dios, que para establecer una apologética eficaz debemos responder a cuatro preguntas y, así, establecer un caso de “cuatro puntos a favor del Mero Cristianismo”.[4] Yo quiero aventurarme a establecer solo tres, modificando un poco la propuesta de Frank.

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    Punto uno: ¿existe la verdad?

    Debemos establecer como primer punto si existe la verdad y si podemos llegar a ella. Si la respuesta a esta pregunta es negativa entonces, desde el inicio de nuestra embarcación estamos boicoteando nuestro barco. Pero es necesario aclarar que desde que iniciamos una discusión sobre algún tema lo hacemos con el presupuesto de que la verdad objetiva existe y que podemos llegar a ella.  Esto se aplica a nuestros amigos ateos también.

    Aristóteles se ocupó en descubrir y tallar la lógica (aristotélica) donde se dio cuenta de la ley de no contradicción. Aquí es establece que algo no puede, ser y no ser al mismo tiempo y en la misma relación. Al existir una ley como la de no contradicción estamos estableciendo un punto de verdad, algo es o algo no es, una de ellas es verdad.  Estableciendo un sencillo punto de la verdad desde la lógica formal, podemos hacer la afirmación: si la verdad existe, entonces hay una verdad sobre la realidad. ¿Dónde proceden todas las cosas? ¿existe Dios? ¿Qué es el ser humano?

    Punto dos: ¿existe Dios?  

    Si bien podemos responder esta pregunta solamente desde el punto de mi fe personal. Entre cristianos este punto lo reconocemos ya que compartimos la fe en un señor y salvador, tenemos lo que llamamos un mismo sentir. Pero una persona que difiere de nuestra creencia necesitara un pequeño empujón para enfocar sus pensamientos en la verdad, es decir, no solo debemos expresar nuestra fe a manera de testimonio, sino que, debemos estar preparados para dar una respuesta a las dudas que se despertaron al ver nuestro testimonio.

    No creo que exista tal cosa como “el argumento de argumentos” a favor de la existencia de Dios. No que no tangamos uno favorito. Creo en cambio que podemos usar un conjunto de argumentos. No nos adentraremos en ellos de manera profunda, pero te animo a investigarlos. Aquí dejo unos cuantos:

    Argumento cosmológico

    Este argumento nos permite concluir que existe una causa, pero una causa primera solo puede venir de una mente. No concluimos de primas a primeras en el Dios judeo cristiano, pero es el primer paso para un Dios teísta.

    Argumento teleológico.

    Este argumento nos dice que el diseño que presenta el universo nos da a entender que está sumamente ajustado. Aquí establecemos la base de la inteligencia y la información para decir que solo una mente es capaz de diseñar algo tan ajustado finamente que permita la existencia de la humanidad.

    Argumento moral.

    Lewis decía que todos tenemos esa sensación de que algo está mal o algo está bien, y que sentimos en muchas ocasiones esa inclinación a actuar de manera que sentimos qué es lo correcto, él lo llama la “ley natural” dice que nadie, creyente o no, está exento de esto. Nosotros nos aventuramos un poco más estableciendo a la manera de William Lane Craig un argumento moral que vincule a Dios con los valores y deberes morales objetivos. Lo que hacemos es establecer no es tanto la posibilidad de conocer los valores y deberes morales sin creer en Dios, más bien, establecer que ellos existen dado que Dios creó los valores y deberes morales.

    Punto Tres. ¿Realmente Jesús resucitó de los muertos?

    Aquí deseo establecer también un argumento, uno que gira en torno a una evidencia considerada por la mayoría de los historiadores como verídica. La resurrección es lo que explica la tumba vacía, las apariciones postmortem de Jesús avistada por sus discípulos y el auge del cristianismo.

    Muchos argumentos se han levantado proponiendo que la tumba no estaba vacía, sino que era la equivocada, o que era otro y no Jesús el que fue crucificado, incluso alocadamente se dijo que Jesús tenía un hermano gemelo y este gemelo fue quien murió. Ninguna logra explicar las apariciones postmortem, ni el auge del cristianismo.

    También se ha tratado de establecer que los discípulos fueron engañados por Jesús y que fue su fe la que los hizo ver a Jesús resucitado; o que tuvieron una alucinación colectiva. Ninguna de estas propuestas logra explicar la tumba vacía ni el surgimiento del cristianismo.

    Por último, se trató de establecer que los discípulos eran mentirosos y querían por medio de la mentira hacer creer que Jesús había resucitado y así proclamar una nueva creencia. Esto no explica la tumba vacía, tampoco podemos creer que todos ellos hayan muerto por una mentira, que no los conduciría a ningún beneficio inmediato.

    Lo único que explica la triple hipótesis, a saber, la tumba vacía, las apariciones postmortem y el auge del cristianismo hasta nuestros días es: la resurrección de Jesucristo.

    Una vez más. No doy una lista exhaustiva de argumentos, solo trato de dar algunos para establecer que todos ellos se combinan y avanzan hacia una conclusión: Dios existe. Tampoco digo que solo debemos usar una forma argumentativa con términos académicos para probar que Dios existe, en este primer apartado me limito un poco a ello, pero en el apartado que viene profundizaremos un poco sobre cómo hacer una apologética narrativa y no solo argumentando desde la ciencia.[5]


    [1] Alister McGrath, C. S Lewis su biografía (Madrid: Rialp, 2014).

    [2] Ravi Zacharias, ¿Puede el hombre vivir sin Dios? (Nashville: Nelson, 2018), 191.

    [3] Larry W. Hurtado, Destructor de los dioses: El cristianismo en el mundo antiguo (Salamanca: Sígueme, 2017).

    [4] Frank Turek, Robándole a Dios (Oregon: Kerigma, 2018).

    [5] Jorge Ostos y Saul Sarabia, Reteniendo lo bueno: Saqueando los tesoros del posmodernismo (Oregon: Kerigma, 2020), 92-93.

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