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Introducción
Dejamos la Navidad atrás para empezar un nuevo año, con sus propios retos y desafíos. Cada inicio de un nuevo año, el ser humano suele otorgarse a sí mismo segundas, terceras y nuevas oportunidades, para alcanzar aquello que no se logró el año anterior. De cara al futuro, uno de los relatos de Adviento ya abordado en este blog, Lucas anima grandemente a enfrentar este nuevo año, partiendo de una pregunta sencilla: ¿Por qué María?
La llamada
En el Evangelio de Lucas el ángel Gabriel le revela a una joven, adolescente para nuestra época, que engendrará al hijo de Dios. ¿Por qué María?, ¿Quién es María? ¿Por qué a una adolescente? Es fascinante el contraste que hace Lucas al proveer al lector un marco amplio de Jesús, al narrar dos historias previas a su nacimiento. Una, con un anciano sacerdote, hombre del estatus quo, a quien le faltó fe; y por el otro, una muchacha adolescente a punto de casarse que decide creer.[1]
El ángel Gabriel anuncia dos milagros.[2] El primero es el embarazo esperado y orado por la mujer de Zacarías, anciana y además estéril (Lc1:7). Y Zacarías, un hombre entrado en años, sacerdote de alto rango (Lc 1:9). El ángel Gabriel se le aparece mientras el sacerdote servía en el templo, a la respuesta de él: “¿Cómo puedo estar seguro de que ocurrirá esto?” Zacarías parece desear comprobar lo que está ocurriendo, cuando éste y su mujer habían rogado por ese milagro por muchos años (Lc1:13). La falta de fe de Zacarías le priva de contar el milagro que está por ocurrir. (Lc 1:20)
A continuación, y en total contraste, Lucas narra el anuncio del ángel a la joven María. Gabriel se le apareció y dijo: “¡Saludos, mujer favorecida”[3] ¡El Señor está contigo!”. Confusa y perturbada, María intentó comprender lo que el ángel quería decir con este saludo (Lc1: 28-29). En la época y cultura de ese entonces, el saludo era para una persona de alto rango. En el caso de María, era una joven comprometida.[4] En otras palabras, era una chica común y corriente. Al tratarse de una joven y, además, mujer, no tenía ningún rango social importante; de ahí que quede sorprendida por el saludo del ángel.
El propósito
Este saludo no solo honra a María, sino la dignifica y la redime como mujer y con ella a la humanidad entera. Ireneo de Lyon en el siglo II le da a María el título de segunda Eva. “María… La madre de los vivos: redención perfecta y representación consumada de lo que humanidad redimida, iglesia, pueden ser”.[5] En el principio de la Biblia, en Génesis 3, tenemos la gran tragedia de la humanidad, el pecado que entra por el engaño a Eva. Este evento desplaza y deja casi en el olvido la bendición que Dios dio a la mujer: “portadora de vida”.
Un breve ejercicio que refleja esta manera de pensar es cuando mencionamos el nombre Eva, ¿qué viene primero a la mente? ¿Eva comiendo el fruto prohibido, o el don de ser Madre de todos los vivientes? Lo más usual es la primera imagen. El ser humano tiende a quedarse con lo malo en lugar de lo bueno. Precisamente en el relato de adviento en María Dios restaura la figura de la mujer, no solo recordando sino enfatizando la particularidad por la cual se le llamó Eva: madre de todos los vivientes.
Conclusión
¿Por qué María? Dios escoge a una joven sin estatus y que por ser mujer no tiene ningún rango social para recordar la mayor bendición que Él da: La vida. Este don viene vinculado con algo igualmente intangible pero accesible: Creer, creer en imposibles; preámbulo para todo milagro. Mientras la vida se puede presentar como una lucha continua contra la muerte Dios es quien hace el milagro de la victoria.
Después de que Gabriel le anunciara que concebiría y daría a luz al hijo del Altísimo, María responde: Soy la sierva del Señor. Que se cumpla todo lo que has dicho acerca de mí. (Lc 1:38). Si se resume la respuesta de María en una palabra podría ser: ¡CREO! La acción de creer a Dios configura la plena vida de la joven.
Por la fe de María en el poder de Dios tuvo lugar la encarnación: Jesús que trajo salvación y redención para todo el que cree como lo hizo esta joven, brindando así segundas, terceras y nuevas oportunidades para que podamos ser mejores, restaurar corazones rotos y reflejarlo a Él.
Seas hombre o mujer, el nacimiento de Cristo te da una nueva oportunidad de ser mejor persona en Él.
[1] Craig S Keener, Comentario del contexto cultural de la Biblia: Nuevo Testamento (Mundo Hispano: 2004), 185.
[2] Justo González, Comentario al evangelio de Lucas y a los hechos de los apóstoles (Barcelona: Clie, 2022).
[3] Esta conjugación verbal indica que a María se le ha dado de la condición de estar llena de gracia desde siempre y para siempre.
[4] Keener, Nuevo Testamento, 186
[5] Karl Rahner, Escritos de Teología (Barcelona: Herder, 2000), 5:224.
La espiritualidad cristiana, definitivamente, tiene que ver con la totalidad de la vida, es decir, se lleva a cabo y se ejercita en lo individual y en lo comunitario, en la soledad y en lo social. También es cierto que esta tiene un fin: acercarnos más a Dios y a nuestro prójimo. ¿Cuáles son aquellas prácticas que nos ayudan a ser mejores discípulos del Señor? ¿Qué es, realmente, la “espiritualidad cristiana”? ¿Hemos olvidado ejercicios espirituales valiosos? Te invitamos a unirte a esta nueva conversación.
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