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Paz y unidad: Interrogantes teológicas en Efesios, parte 2

La carta a los Efesios, por lo general, se estructura en dos secciones: la posición en Cristo de todo creyente (caps. 1-3) y la práctica cristiana (caps. 4-6). Es decir, los argumentos y el quehacer. Dentro de esta segunda sección (4:1) está el tema de la unidad como la nueva manera de andar que Pablo insta a los lectores.

¿Qué es la unidad y la paz para Pablo? Es la característica fundamental de la nueva identidad del creyente que crece en comunidad, diferente a cualquier sistema conocido. Está común-unidad es dada, no la crean los creyentes. El cuerpo de Cristo es uno intrínsicamente. Pablo recuerda que se está bajo un solo cuerpo, un Espíritu y una esperanza. En estos elementos se reflejan los argumentos presentados en los capítulos 1-3.

En Efesios la nueva humanidad que Dios está construyendo, primicias de la cual es la Iglesia tiene fundamentos muy distintos a cualquier otra construcción social de origen humano, sean familias, gremios o imperios. Las bases sobre las cuales se funda la nueva creación de Dios consisten en la unidad del Dios Trino, Espíritu, Señor y Padre; en la unidad del cuerpo que es la iglesia; en su esperanza común, su misma creencia; y el único sello que todos han recibido al ser incorporado al pueblo de Dios.[1]

Cabe señalar que la unidad que pide Pablo no es una petición exclusiva de él. Jesús ya había hecho esta mima petición. En su oración sacerdotal él ruega “para que todos sean uno. Padre, así como tú estás en mí y yo en ti” … “para que sean uno, así como nosotros somos uno” … “Permite que alcancen la perfección en la unidad” (Juan 17:21,22,23 NVI). La unidad es el fruto de la madurez cristiana, es el resultado de comprender cuál es la posición de creyente en Cristo. Ya que, el antónimo de esta madurez es la carnalidad y esta se manifiesta en la división (1 Co. 3:1–3). “La santidad une, la carnalidad divide”.[2]

Por otro lado, la paz que demanda Pablo se contrapone con lo que al parecer vivía la iglesia de Éfeso (Ef 4:31-32). Y esta paz (4:3) está en conexión con lo referido en 2:11-17. Dios destruyó la hostilidad e hizo la paz en la cruz de Cristo (4:17). Es por esto por lo que la comunidad tiene el deber de mostrar esa paz en sus relaciones horizontales (hombre-hombre) ya que la relación vertical (Dios-hombre) ha sido reconciliada y se le ha otorgado paz independientemente del grupo étnico (2:15-16). La paz de los unos con los otros es la sombra de la paz que se ha recibido. Al ser consciente de que existe la paz con Dios la práctica resulta en la búsqueda de ésta con el prójimo (Ro 16:20, 2 Co 13:11, Heb 13:20).

¿Cuál es la base teológica de la paz y la unidad? Los versículos 4:4-6 se presentan como la base de la paz y la unidad en el cuerpo de Cristo. Pero estas declaraciones son un resumen de lo ya argumentado en los tres capítulos anteriores. Un elemento significativo de esta serie de afirmaciones es el recordatorio constante de los términos un / una / solo / misma. Pablo no se cansa de recordar a sus lectores la común-unidad que hay en ellos. Un solo cuerpo, un solo Espíritu, una sola esperanza, un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, y un solo Dios y Padre. El llamado a la unidad de Pablo descansa no en el esfuerzo humano sino en la convicción teológica de la unidad. No se alcanza la unidad en la práctica si no se tiene una convicción teológica de la realidad humana y de la nueva identidad del hombre en Cristo. La nueva identidad del creyente, es decir, lo efectuado por Dios en Cristo por medio de la cruz, es la base de la de la exhortación de Pablo para que cada uno se esfuerce en guardar la unidad que ha sido dada por el Padre.

Conclusión

¿Cuáles son algunas creencias, actitudes, y acciones que contribuyen a la paz y la unidad (entre individuos, en el matrimonio y la familia, y en la iglesia)? Pablo continúa su carta presentando prácticas que contribuyen a guardar, fortalecer y disfrutar la paz. Entre ellas están: dejar la inmadurez (4:14), no vivir como los que tienen una mente oscurecida (4:18-20), decir la verdad (4:25), guardarse del enojo incontrolado (4:26), tener palabras que edifiquen (4:29) y poseer virtudes como la amabilidad, el buen corazón y estar prestos a perdonar (4:32).

Al analizar cada uno de estos elementos hay una enorme sintonía con las virtudes presentadas como la constitución de reino de Dios, El Sermón del Monte (Mt 5-7), principalmente en las bienaventuranzas que describen cómo debe ser el carácter del discípulo de Cristo. Lo dicho por Pablo en la carta a los Efesios es un eco de las palabras de Maestro cuando dijo: “dichosos los humildes”, “dichosos los compasivos”, “dichosos los de corazón limpio” y “dichosos los que trabajan por la paz”, “porque el reino de los cielos les pertenece”.


[1] Gonzalo A. Chamorro, Teología de La Unidad: Una Perspectiva Filosófica, Histórica y Bíblica (Guatemala: SETECA, 2013), 153–54.

[2] Richard S. Taylor, “Unidad”, Richard S. Taylor et al., eds., Diccionario Teologico Beacon (Lenexa: Casa Nazarena de Publicaciones, 2009), 711.

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