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Pacto inquebrantable

La familia es, por definición, la base de la sociedad, el matrimonio es, por tanto, la base fundamental de la familia. Por lo que mientras más fuerte y cimentado es el matrimonio, más estable será la familia. Esto no es por causa, fuerza o búsqueda de nosotros los humanos, sino porque es un sistema perfectamente diseñado por Dios. Fue hecho como un engranaje que utiliza la mejor ingeniería de punta para trabajar con la exactitud de un reloj suizo, tal como todo lo que Él hace. Esto indica también que no está diseñado para que funciones en automático, sino que hay que hacerlo funcionar.

Según el diccionario, el matrimonio es la unión de dos personas mediante determinados ritos o formalidades legales y es reconocida por la ley como familia. Legalmente hablando, el Artículo número 78 del Código Civil, vigente en Guatemala, regula la definición legal del matrimonio al estipular que: “El matrimonio es una institución social por la que un hombre y una mujer se unen legalmente, con ánimo de permanencia y con el fin de vivir juntos, procrear, alimentar y educar a sus hijos y auxiliarse entre sí”.

El ánimo de permanencia y convivencia mencionado en dicho artículo es una clave vital para que el matrimonio se desarrolle bajo los estándares que esta sociedad necesita para su subsistencia.

Veamos algunos números reales para establecer un estado actual al que nos estamos enfrentando.

Año

Casamientos

Divorcios

2020

61,401

5, 036

2021

93,337

10,242

Porcentaje de aumento

52%

103%

Fuente: Instituto Nacional de Estadística (INE)

Estas estadísticas no cuentan aquellos matrimonios que solamente se separaron y no se han divorciado legalmente.

Fue preocupante escuchar al gobierno mencionar que el porcentaje de violencia intrafamiliar aumentó desde el momento en que se declaró el encierro total del país, durante la pandemia. Esto nos hace pensar que muchos matrimonios habían logrado sobrevivir hasta ese momento porque no convivían todo el día. La mayoría de estos se veían corriendo por la mañana mientras salían a trabajar y luego al regresar a casa por la noche, ya cansados. Compartían únicamente cortos momentos, o en el peor de los casos, solo los fines de semana.

Entonces, cuando tuvieron que compartir 24 horas dentro de la casa, despertó el gigante que había estado mucho tiempo dormido, por la falta de una permanencia y convivencia real. Es muy triste que la causa de separación sea el tener que convivir 24 horas. Esto afecta a las nuevas generaciones pues pareciera que debido a esto cada vez están buscando menos el camino del matrimonio. Y los que aun anhelan casarse están siendo presionados con las preguntas: ¿Irá a funcionar? O ¿Cómo hacemos para que funcione?

Mucho del problema es la idea equivocada de que el matrimonio fue diseñando para arreglarlo todo cuando no es así. Antes de casarse se debe buscar el arreglar las partes de nuestro pasado, traumas, decepciones, frustraciones y ansiedades que aún nos afectan individualmente. Algunos han declarado que el matrimonio les arruinó la vida, cuando la realidad es que llegaron al matrimonio sin arreglarse a sí mismos antes. Debido a ello tomaron decisiones equivocadas, como pensar que tener una boda bonita y tirar la casa por la ventana podía arreglar cualquier cosa. Error.

El amor no busca lo suyo, por lo que no se trata de que “me arreglen” pues el sentido bíblico del matrimonio es cuidar, proteger, proveer, amar y respetar a mi conyugue. La definición bíblica expresa que el hombre deje a su padre y a su madre y se una con su esposa para llegar a ser uno en cuerpo, espíritu y alma, Génesis 19:1-6.

Hoy más que nunca debemos tornar nuestra vista a lo que es vital, fortalecer y rescatar la imagen del matrimonio. Debemos replantearnos lo que conlleva sacarlo adelante, bajo los preceptos bíblicos únicamente. Es por eso que al hablar de matrimonio se dice que se halla el bien. Pero esto requiere mucho trabajo personal, previo, por medio de los valores éticos y familiares instituidos en casa y bajo los lineamientos que Dios ha establecido.  

Dios nos enseña en las Escrituras que fue capaz de dar todo por su pueblo, y esto debería ser una tremenda lección para desarrollar y poner en práctica. En una sociedad donde las cosas se están torciendo cada vez más y pareciera ser de forma irremediable, los cristianos debemos buscar la glorificación del nombre de nuestro Señor, por medio de la santificación del matrimonio.

Sabemos que hay muchos todavía que lo están buscando y soñando. No dejemos de buscarlo ya que es nuestro aporte a nuestra sociedad quebrantada, presentarle un pacto inquebrantable y devolverle a nuestros países y nuevas generaciones una esperanza: Un matrimonio, la base de la familia. Dios sigue buscando y respaldando matrimonios fuertes y desea rescatar a aquellos que están a punto del naufragio.

Tributen al Señor, familias de los pueblos, tributen al Señor la gloria y el poder; tributen al Señor la gloria que corresponde a su nombre; preséntense ante él con ofrendas, adoren al Señor en su hermoso santuario.
 1 Crónicas 16:28-29

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