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La literatura los hará libres

El 10 de junio falleció Nuccio Ordine, maestro, ensayista, filósofo, escritor… un hombre de literatura. La primera obra que leí de Ordine fue La utilidad de lo inútil (2013) y casi inmediatamente me identifiqué con su contenido porque: la literatura nos da las palabras que sabíamos estaban en nuestro interior, pero no sabíamos cómo decirlas.

Pasamos algunas semanas con unos amigos y colegas discutiendo sobre el libro, porque su contenido merecía que nos volcásemos sobre él. La belleza de la literatura es que ella se muestra como un manifiesto contra todo sistema dogmático que interrumpe el ejercicio de la libertad, la justicia, el amor y la educación.

Leer mata, ha sido un título de la obra de la española Luna Miguel y con razón, leer a Ordine mata en el individuo un yo sumido en el sueño dogmático. Debemos morir decía el brasileño Rubem Álvez para volver a re-nacer de una mejor manera, quizás aludiendo a Juan 3. Y es que la literatura tiene como tarea destruir en el individuo la maleza que ha dejado habitar dentro de sí mismo y solo es posible al leer y escuchar la lectura de alguna obra clásica, como solía presentar Ordine en sus obras. Pero no se trata de un simple ejercicio de leer por leer, es de saber corresponder a la lectura: ¿cómo lees? (Lc 10:) y más aún, ¿lees?

Pensar es peligroso porque borra las líneas de expresión maquilladas por la falsa felicidad de este mundo y sus pasiones. No necesitamos, en principio, leer a Martin Heidegger para que empecemos a pensar, porque ya lo hacemos; pensar está ahí como el acceso al mundo: mi abuelo leía el tiempo para su siembra y mi abuela me hacía pensar con sus historias. Pensar siempre es una narrativa; el pensamiento y el ejercicio de pensar sucede ya en la narrativa del mundo. El peligro acecha cuando somos pensados, cuando nos dejamos pensar, fuimos educados para no pensar. Entonces sí, es necesario leer, luego, a Heidegger y todo cuanto podamos leer en esta vida.  

La literatura pensada por Ordine y plasmada en los libros nos hacen pensar. Es decir, causan en nosotros un sentimiento primitivo, como que nos enfrentáramos de nuevo con la serpiente del relato judío y cada vez aprendemos a tomar mejores decisiones. La serpiente representa cada vez más la división entre el dicho y el hecho; entre la verdad y la mentira; entre la realidad y el engaño; entre la excelencia y la mediocridad; entre el hombre y la mujer; entre Dios y el hombre. Mirad pues como oís (Lc 8:18). Pero cómo sabremos cómo oír si solo oímos un aburrido canto.

Crear no es ex nihilo, no somos creaturas que traemos a existencia las cosas, sino como Dios creador, damos orden a las cosas. No creamos la libertad, el amor, la justicia, y la educación… pero creamos espacios para que ellos habiten aquí, en y junto nosotros. Y eso es posible gracias a la invención de los libros, ese infinito en un junco (I. Vallejo). Nuestra historia común es la invención de la escritura y la invención del libro.

Ordine suele matizar en sus libros la necesidad de crear un grupo de lectura, una nueva manera de educar, una nueva forma de ser profesor, una nueva visión para destinar fondos, una nueva manera de gobernar, una nueva actitud para amar; ser, una nueva persona gracias a la renovación del entendimiento.

La literatura es parte de la herencia cristiana, por ejemplo. Los primeros cristianos se vieron sumidos en la tarea de preservar las palabras vueltas letras y éstas en escritura. Los primeros tres siglos del cristianismo son las referencias históricas más vitales para la veracidad histórica de los documentos cristianos. Un fragmento como el Papiro 52 nos hace sobrevivir a la historia, un diminuto material revela un gran mundo. La creación de las narrativas llamadas evangelios apócrifos revelan el interés creativo de varios creyentes del siglo II y el impacto que hacía en ellos el relato de la vida y ministerio de Jesús. Los descubrimientos de los documentos de Qumrán en 1947 tuvieron la fuerza de Little Boy, no para destrucción, sino para la construcción de la humanidad.

Interfieren aquí las múltiples áreas del conocimiento para descubrir la historia de los libros. Pero también la importancia vital de dar la vida por el libro. La actitud de los primeros cristianos tuvo que enfrentarse a las asechanzas del “no conocimiento”, de la eliminación del otro, lo desconocido, al intruso, y de esa manera existieron los mártires por el libro. Pero también, la verdad implica la vergüenza histórica como la oposición al saber “pagano”, mentalidad de algunos cristianos hacia la biblioteca de Alejandría.

¿Cómo sabemos lo que sabemos y en qué medida lo que sabemos es realmente la verdad? ¿Cómo leemos lo que leemos y en qué medida soy o no responsable de lo que leo? ¿Por qué y para qué leo? La lectura nos hará libres siempre y cuando tomemos conciencia de qué leemos, cómo leemos y para qué leemos. Porque, por ahí deambulan los amantes del saber sin razón; los cantantes de frases bonitas sin conciencia; los profesores “sabelotodos” sin vida y sin lentitud; los come libros sin sentido y con mucha arrogancia. Quizás, como cita Ordine de Borges, solo sigámonos jactando de lo que leemos, pero de lo que leemos y nos transforma, de lo que leemos y nos hace más humanos, de lo que leemos y nos lleva a velar por la libertad, la justicia, el amor y la educación. Ésta es la utilidad de la literatura que el mudo considera inútil. Si leen, la literatura los hará verdaderamente libres.

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