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Dios con nosotros: la cercanía de Dios

La palabra “Emmanuel” proviene del hebreo y significa “Dios con nosotros”. Esta expresión captura la maravilla de la encarnación y se debe a que Dios se hizo humano y vivió entre nosotros. En el Evangelio de Juan, se dice que “la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros” (Juan 1:14). Aunque “Emmanuel” aparece solo unas pocas veces en la Biblia, su significado es profundo y transformador.

La primera vez que encontramos esta promesa es en el Antiguo Testamento, en el libro de Isaías. En ese tiempo, el pueblo de Judá enfrentaba grandes amenazas de sus enemigos, y Dios, a través del profeta Isaías, les ofreció una señal de esperanza: un niño nacería y sería llamado Emmanuel (Is 7:14; Mt 1:23). Esta promesa no solo era un consuelo en tiempos difíciles, sino una declaración de que Dios estaba comprometido a estar presente con su pueblo, incluso en medio de la adversidad.

Cuando llegamos al Nuevo Testamento, vemos que esta promesa se cumple de manera asombrosa en la vida de Jesús. Él es el cumplimiento de la profecía de Isaías. Jesús no solo es conocido como Emmanuel, “Dios con nosotros”, sino también como Jesús, que significa “Dios salva”. Su misión va más allá de simplemente ofrecer consuelo; Él vino a salvarnos de nuestros pecados, que son la verdadera separación entre nosotros y Dios. La llegada de Jesús nos recuerda que Dios no está distante, sino que se ha acercado a nosotros de una manera personal y tangible.

La promesa de la presencia de Dios no se detiene con la Encarnación. Al final del Evangelio de Mateo, Jesús asegura a sus discípulos que estará con ellos “todos los días, hasta el fin del mundo” (Mt 28:20). Esta idea de la presencia constante de Dios es un hilo que recorre toda la narrativa bíblica. Desde el Génesis hasta el Nuevo Testamento con Jesús, Dios se hace presente. Dios es presencia.

En Londres, hay un cementerio llamado Bunhill Fields, donde descansan figuras notables como John Bunyan, autor de El progreso del peregrino, e Isaac Watts, el famoso himnólogo. En este lugar, también se encuentra la capilla de John Wesley. En su lecho de muerte Wesley levantó su brazo débil y exclamó: “Lo mejor de todo es esto: Dios está con nosotros”. Estas palabras resuenan con una verdad poderosa: la promesa de la presencia de Dios no es solo para los momentos de alegría, sino también para los momentos más oscuros de nuestras vidas.

Como médico en formación, he aprendido que la vida puede ser frágil y que el sufrimiento es parte de la experiencia humana. Sin embargo, en cada consulta y en cada diagnóstico, la realidad de que no estamos solos se convierte en un faro de esperanza. La promesa del Emmanuel nos recuerda que, a pesar de nuestras luchas, Dios está presente, caminando junto a nosotros, ofreciendo consuelo y fortaleza.

Así que, mientras reflexionamos sobre lo que significa “Dios con nosotros”, recordemos que esta no es solo una declaración teológica, sino una realidad transformadora. En cada situación de nuestra vida, en cada desafío que enfrentamos, podemos afirmar con confianza que no estamos solos. Dios está aquí, y su presencia es la esperanza que nos sostiene y nos guía. En un mundo que a menudo se siente frío y distante, la promesa de Emmanuel nos invita a abrir nuestros corazones y a experimentar el amor y la cercanía de un Dios que se preocupa profundamente por nosotros.

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