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El caballero de la triste figura

El pasado viernes 24 de febrero en el programa café, cultura y cristianismo de la 98.1 Fm, abordamos el tema “Cervantes y la Biblia”. El tema versó sobre dos aspectos: 1. Las citas y alusiones de la Biblia en el Quijote y 2. El impacto del cristianismo para la literatura cervantina. Se concluyó que el Quijote no es un tratado teológico en el sentido dogmático, pero, tampoco es un tratado a-teológico. Sin duda el siglo de oro estuvo fuertemente influido por el catolicismo de la época, haciendo del Quijote un libro que refleja en su desarrollo los aspectos religiosos, políticos y sociales de España.

Pero, más allá de eso, podemos señalar algunos otros aspectos que son de suyo relevantes cuando interactúa el cristianismo con la literatura, en esta ocasión del Quijote y la Biblia.

Cervantes lector

El hecho de encontrar cita o alusiones bíblicas en el Quijote no hacen de la novela un documento cristiano. Las citas o alusiones reflejan más bien el conocimiento que Cervantes tenía de la Biblia y por ende del cristianismo de su época.

Las referencias claras de los personajes como Jesús en I: XXXVII, Pablo en II: LVIII; la alusión al evangelio de Mateo en el prólogo, Mateo 5:43-44 y 15:19; la mención de Proverbio 1 en II: XLII, o las afirmaciones sobre la persona de Jesús: “Dios y hombre verdadero, que nunca mintió, ni pudo ni puede mentir” que aluden a los credos en II: XXVII hacen que Sancho diga que su “amo es teólogo”.

El Quijote que de fondo es Cervantes, piensa en la Biblia y así se permite aludirla en su novela. La influencia de las Escrituras puede incidir en muchos conceptos que no precisan de citas objetivas, sino de una influencia de los valores cristianos. Por ejemplo, nunca el Quijote habla de la Biblia jocosamente, siempre se presenta ante ella con respeto como texto religioso I: XXXVII.

Así como la alusión a las Escrituras, Cervantes, desde su prólogo señala que no citará las obras consultadas, sino que las escribirá todas de memoria. En otras palabras, los años de lectura habitan en el caballero de la triste figura. En I:VI se narra la biblioteca de Quijote, quien posee: “Más de cien cuerpos de libros grandes, muy bien encuadernados, y otros pequeños”.

Bajo el criterio del cura, muchos de los libros deben ser “condenados al fuego” I: V. La culpa de la primera aventura, según el ama, es de los “malditos libros de caballería”. Mientras cotejan la naturaleza de los libros, se deja ver la diversidad literaria que el Ingenioso Hidalgo leía, novelas, teatro y poesía. En su mayoría, aquella noche, fueron abrazados por el fuego y ardieron como la Biblioteca de Alejandría por el juicio cristiano de la época.

La lectura de los libros no se apaga nunca en el lector, pues los habita siempre en su aposento donde el diablo no puede llevarlos I: VII.[1]

La Biblia como literatura

A parte de tener un alto respeto por las Sagradas Escrituras, Cervantes, en el Quijote, no realiza una exégesis o una dogmática sobre los textos. Para él, aludir a la Biblia es citarla y tomarla como referencia cuando lo considera necesario. Cervantes no teme citar a Job II: XX o citar en el argumento a Sansón I: XVII. ¿Respeta Cervantes el género literario de cada libro? Para él la biblia es literatura y libro “religioso”.

No por nada, en toda la tradición cristiana se pueden ver los corolarios: los libros exegéticos desde Orígenes, los tratados teológicos como los de Agustín y Aquino, pero también están las lecturas místicas del Maestro Eckhart. Mientras algunos, solo y absolutamente, consideran la Biblia para la predicación, otros ven a Dios en la literatura ¿Solo puede leerse de una manera? ¿No es a caso Dios un artista que crea posibilidades?

La Biblia leída literariamente es también una manera de reconocer el impacto de la verdad revelada en todos los confines de las letras. Abraham para Sören Kierkegaard, Job para Miguel de Unamuno y Goethe. La lectura de Hegel sobre la persona de Cristo o la interpretación de los artistas como Velásquez están tejidas de las ideas bíblicas. La Biblia como literatura está más abierta a las posibilidades artísticas que encerrada en la predicación o la sola exégesis matemática. Quizás la obra de Cormac McCarthy en La carretera (2006), sea un ejemplo moderno de esto.

La locura por la verdad, la justicia y la libertad

Si lees serás un hereje, si lees serás excomulgado, si lees serás condenado I: V. La locura del Ingenioso Hidalgo es resultado de los días con sus noches, de las aventuras arrojadas en cada página, un día muere otro día resucita, un día en la pelea otro día llorando, un día razona otro día ora.

Si lees, la locura habitará en tu aposento y pronto irás por la Verdad más allá de tus verdades; si lees, buscarás la justicia en medio de un mundo derrotado por los intereses egoístas; si lees, serás verdaderamente libre. Ya no buscarás la felicidad sino la lealtad, ya no buscarás la riqueza sino el saber, ya no trabajarás sino compartirás con los otros, ya no buscarás la utilidad de las cosas, sino la utilidad de lo que el mundo considera inútil.

Por fin, serás un ingenioso no una máquina, un poeta no un insolente, un cantante no un soberbio, un filósofo no un ignorante, un novelista no un traidor, un amigo no un presuntuoso, un cristiano no un hipócrita, un ser humano no un título.

El caballero de la triste figura es un maestro de la vida. Es un pensador que lee la biblia, pero, además, un sinfín de géneros literarios, porque es un lector de la vida misma y como lector aprende de otros: “Perdóname, amigo, de la ocasión que te he dado de parecer loco”.


[1] “¿Qué aposento, o qué nada busca vuestra merced? Ya no hay aposento ni libros en casa, porque se lo llevó el mesmo diablo”, I: VII.

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