BUSCAR

Las disciplinas espirituales, parte 2

En la primera entrega de esta serie de artículos definimos las disciplinas espirituales como aquellos espacios que permiten al creyente desarrollar plena comunión con su Creador y, de esa manera, formar el carácter que lo distingue como un auténtico discípulo del Señor Jesucristo.

Además, destacamos que las principales disciplinas practicadas en el devenir de la historia de la Iglesia han sido la lectura y estudio de la Biblia, la oración, el ayuno y la adoración.

Y así, en el primer ensayo nos concentramos en la importancia de leer, estudiar, vivir y poner en práctica la Palabra de Dios en cualquier circunstancia de nuestra vida moral y no menos espiritual.

En esta oportunidad reflexionaremos en torno a la oración como uno de los elementos indispensables para el desarrollo de nuestras disciplinas espirituales.

La oración en la Biblia

La oración en el mundo cristiano ha sido definida como “el acto consciente del hombre de dirigirse a Dios para comunicarse con él o buscar su ayuda en tiempo de necesidad.”[1] Este contacto es “ofrecido principalmente en segunda persona (dirigiéndose a Dios directamente) y puede incluir petición, ruego, súplica, acción de gracias, alabanza, himnos y lamentos”.[2]

En el caso de la teología del Antiguo Testamento “la oración se deriva de un alto concepto de Dios. Orar a Dios implica que este piensa, quiere y siente; sin embargo, es omnipotente, omnisciente, santo y clemente. La comunión entre Jehová y el pueblo de su pacto era natural, real e íntima”.[3]

En el Nuevo Testamento las enseñanzas y los ejemplos de oración provienen de las raíces judías veterotestamentaria y las innovaciones introducidas por Jesús y la comunidad cristiana primitiva. Por ello Samuel Young dice que:

Jesús es el mejor Maestro en cuanto a la oración. Su círculo de seguidores más íntimos pidió dirección en esta área. Él les dio una oración modelo que llamamos el Padrenuestro (Mt. 6:9–13). Sus oraciones principales incluyen Juan 17 y la agonía en el Getsemaní (Lc. 22:39–46); en estas oraciones él es nuestro ejemplo.[4]

Por otro lado, Pablo o Saulo de Tarso está constantemente irrumpiendo con acciones de gracias, adoración, petición y doxologías en sus cartas apostólicas. Por ejemplo, 1 Timoteo 2:1–8 es un buen esbozo de la enseñanza paulina sobre la relevancia de la oración en el creyente. Y de esta manera se puede concluir que:

En el NT cada creyente es un intercesor (Stg. 5:16; 1 Ti. 2:1) porque cada uno es un sacerdote (Ap. 1:6). Además, la oración produce la paz en el corazón del cristiano (Fil. 4:6s.). La acción de gracias fue también una parte esencial de las oraciones de Pablo (Ro. 1:8). Cuando él recibió algo diferente de su petición, esto ahondó su comunión con Dios (2 Co. 12:7ss.). El libro de los Hechos enfatiza la naturaleza corporativa de la oración; Santiago 5:13–18 mantiene el mismo testimonio.[5]

Conclusión

Charles Spurgeon dijo que “la oración es esa grandiosa llave que abre los misterios” insondables de Dios para clarificarnos el devenir de nuestra vida.

Por eso debemos saber, como diría Martín Lutero, que “la oración no es para cambiar los planes de Dios. Es para confiar y descansar en Su soberana voluntad”.

En fin, la oración es un diálogo franco y sincero con nuestro Padre Celestial, es la expresión más viva de la relación que el creyente puede tener con Dios y por ello, como sostiene R. C. Sproul, “cuanto más entendemos la soberanía de Dios, nuestras oraciones son llenadas con agradecimiento”.

En primer lugar, te ruego que ores por todos los seres humanos. Pídele a Dios que los ayude; intercede en su favor, y da gracias por ellos. 1 Timoteo 2:1


[1] Samuel Young, “Oración”, en Diccionario Teológico Beacon, ed. Richard S. Taylor et al., trad. Eduardo Aparicio, José Pacheco, y Christian Sarmiento (Lenexa: Casa Nazarena de Publicaciones, 2009), 481–482.

[2] Leslie T. Hardin, “Oración”, en Diccionario Bíblico Lexham, ed. John D. Barry y Lazarus Wentz (Bellingham: Lexham Press, 2014).

[3] S. James Thomson, “Oración”, en Diccionario de Teología, ed. Everett F. Harrison, Geoffrey W. Bromiley, y Carl F. H. Henry (Grand Rapids: Libros Desafío, 2006), 434.

[4] Samuel Young, “Oración”, en Diccionario Teológico Beacon, 482.

[5] S. James Thomson, “Oración”, en Diccionario de Teología,  435.

Compartir

Facebook
Twitter
Email
WhatsApp

Suscríbete

Archivo

Publicaciones mensuales

Lo más popular

Para estar al día

Publicaciones recientes

Podcast

Disciplinas espirituales, parte 4

La espiritualidad cristiana, definitivamente, tiene que ver con la totalidad de la vida, es decir, se lleva a cabo y se ejercita en lo individual y en lo comunitario, en la soledad y en lo social. También es cierto que esta tiene un fin: acercarnos más a Dios y a nuestro prójimo. ¿Cuáles son aquellas prácticas que nos ayudan a ser mejores discípulos del Señor? ¿Qué es, realmente, la “espiritualidad cristiana”? ¿Hemos olvidado ejercicios espirituales valiosos? Te invitamos a unirte a esta nueva conversación.

Escuchar »

Disciplinas espirituales, parte 3

La espiritualidad cristiana, definitivamente, tiene que ver con la totalidad de la vida, es decir, se lleva a cabo y se ejercita en lo individual y en lo comunitario, en la soledad y en lo social. También es cierto que esta tiene un fin: acercarnos más a Dios y a nuestro prójimo. ¿Cuáles son aquellas prácticas que nos ayudan a ser mejores discípulos del Señor? ¿Qué es, realmente, la “espiritualidad cristiana”? ¿Hemos olvidado ejercicios espirituales valiosos? Te invitamos a unirte a esta nueva conversación.

Escuchar »

Disciplinas espirituales, parte 2

La espiritualidad cristiana, definitivamente, tiene que ver con la totalidad de la vida, es decir, se lleva a cabo y se ejercita en lo individual y en lo comunitario, en la soledad y en lo social. También es cierto que esta tiene un fin: acercarnos más a Dios y a nuestro prójimo. ¿Cuáles son aquellas prácticas que nos ayudan a ser mejores discípulos del Señor? ¿Qué es, realmente, la “espiritualidad cristiana”? ¿Hemos olvidado ejercicios espirituales valiosos? Te invitamos a unirte a esta nueva conversación.

Escuchar »