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Paz y unidad: Afirmaciones teológicas en Efesios, parte 1

Pablo, al escribir su carta a los creyentes de Éfeso[1], considera un sin número de temas teológicos en ella, como: la grandeza de Dios, la exaltación de Cristo, la nueva vida, la iglesia, la ética, entre otros. Sin embargo, uno de los temas que resaltan en este escrito es la unidad de los seguidores de Jesucristo, aquellos que Pablo llama santos y fieles (Ef 1:1). La referencia más directa está en el capítulo 4 cuando dice: “Esfuércense por mantener la unidad del Espíritu” (4:3 NVI), declaración que no está en el vacío, sino sustentada por las varias afirmaciones teológicas sobre la posición del creyente en Cristo a lo largo de la carta.

Para poder entender, disfrutar, construir y mantener la unidad, el miembro de la comunidad, después de la resurrección, debe comprender cuál es su nueva realidad como seguidor de Jesús. Esta nueva realidad encuentra fundamento en la creencia de Pablo al afirmar que Cristo es la piedra angular.

La primera afirmación teológica de Pablo está presente en el inicio de su carta. Él dice: “Toda la alabanza sea para Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien nos ha bendecido con toda clase de bendiciones espirituales en los lugares celestiales, porque estamos unidos a Cristo” (1:3 NTV). La expresión en Cristo del final del v.3 (RV60, NVI, BJL) tiene como sentido que Cristo es “la persona (ámbito) en quién la acción se realiza”,[2] esta acción es la ejercida por el Padre. Dios bendice a los creyentes y estas bendiciones están en el Hijo.[3] 

La segunda afirmación teológica se encuentra en v.11 “En Cristo también fuimos hechos herederos” (1:11 NVI). La herencia que cada uno posee no está dada por las acciones individuales, como dirá Pablo “no por obras”. La herencia que Dios ha dado a los salvados está escondida en Cristo. Es por esto, que al ser todos herederos de la esperanza, también se conviertan en coherederos mutuos, todos al mismo nivel. Uno no es poseedor de una herencia más que el otro. No puede un heredero tener un pedazo más de Cristo que el otro heredero.

La tercera afirmación teológica es el sello del Espíritu: “Fueron marcados con el sello que es el Espíritu Santo prometido” (1:13 NVI). Al igual que en el punto anterior, cada creyente tiene un solo sello, una sola marca, esta que es la garantía del cumplimiento de la esperanza prometida en Cristo. Esta esperanza es la redención final. Razón por la que es ilógico pensar que un creyente tiene “más sello” y que esto lo pone en ventaja sobre otro creyente. Más adelante, Pablo dirá que el Espíritu es uno y que es este quien efectúa la unidad.

La cuarta afirmación teológica es el dominio de Cristo. La persona en esta nueva dimensión de identidad debe reconocer la supremacía del Hijo sobre todas las cosas. Pablo ha sido partidario en sus cartas de expresar sin ninguna duda la posición predominante de Cristo. Por ejemplo, en Filipenses 2 luego de hablar de la humillación del Hijo al venir a este mundo, lo presenta como el Señor ante el que toda rodilla se doblará. En Efesios hace lo mismo cuando dice “Dios sometió todas las cosas al dominio de Cristo” (1:22 NVI).[4] Bajo él toda la creación está sometida, todos de igual manera. Pero, Pablo no solo se queda con esta declaración, sino que va más allá y aleja cualquier duda de posicionamiento interno dentro de la comunidad cristiana al decir “y lo constituyó cabeza suprema de la Iglesia” (1:22 NVI). Con esta declaración elimina cualquier intento de superioridad dentro de sus seguidores. Dios al único que ha exaltado hasta lo sumo es a Cristo.

La quinta afirmación teológica es la gracia dada por Dios (Ef 2:1-9). Entender esta verdad teológica ayuda a la persona a situarse en su realidad. Pablo declara que todos son pecadores, pero también declara que por la fe en Cristo han recibo la gracia. Una gracia inmerecida, otorgada por el Padre. Dios es el dador de la gracia a su pueblo. La nueva realidad del hombre de fe lo sitúa como recipiendario de un favor, el favor divino. En el resto del capítulo 2 y 3 Pablo reafirma lo que Cristo ha hecho por sus seguidores (3:12). Los ha reconciliado. Ha unido a dos pueblos separados, judíos y gentiles (2:11,14), ha dado paz por medio de su cuerpo clavado en la cruz (2:16-17).

Conclusión

Estos primeros capítulos de la carta a los Efesios presentan la nueva realidad del creyente. Esta realidad es su nueva identidad en Cristo. En Cristo el hombre de fe es bendecido por Dios, es hecho heredero, es sellado por el Espíritu Santo, está bajo el dominio de Cristo y es beneficiario de la gracia divina. Por lo menos estos cinco elementos constituyen la posición del creyente en Cristo y por ende son los fundamentos para el ruego de Pablo al inicio de capítulo 4 “Esfuércense por mantener la unidad del Espíritu mediante el vínculo de la paz” (4:3 NVI).


[1] Ver una discusión completa sobre los destinatarios de la carta en Arnold Clinton E. and Jonathan Haley, Efesios, CEPNT (Barcelona: Andamio, 2016), 23–29.

[2] Mariano Ávila Arteaga, Carta a Los Efesios, Comentario para Exegésis y Traducción (Miami, FL: Sociedades Bíblicas Unidas, 2008), 32.

[3] Clinton E. and Haley, Efesios, 79. De hecho, la expresión en Cristo (ἐν Χριστῷ) es recurrente en Efesios. “‘En Cristo’ es la frase más importante de este pasaje y de toda la carta. Algunas formas alternativas (‘en él’, ‘en el amado’, o ‘en el Cristo’) aparecen once veces en este pasaje” (Ibid). Es de común acuerdo creer que la clave para entender la carta es la identidad de creyente en Cristo ya que él fundamento de la iglesia. El estar en Cristo tiene un fuerte sentido de pertenencia. El principio de estar en Cristo presente en estos versos no se aleja de la imaginería paulina. Él ha visto a los creyentes como el cuerpo de Cristo y la esposa del cordero. Cada uno de los individuos de la comunidad cristiana tiene una relación directa con Cristo. Están unidos a Él.

[4] Cf. 1 Co 15:25-27.

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